Los brasileños votaron masivamente por el excapitán del Ejército, Jair Bolsonaro. Con el 88% de las urnas escrutadas, Bolsonaro gana la Presidencia de Brasil con el 55,70% de los votos frente a Haddad que obtuvo el 44%.
El voto electrónico hizo que el conteo fuera muy rápido. Bolsonaro, de 63 años, diputado desde 1991, logró capitalizar la decepción y la rabia de una población golpeada por años de recesión, estancamiento y hastiada de los escándalos de corrupción que salpicaron a todos los partidos tradicionales.
Fernando Haddad, profesor y exalcalde de Sao Paulo, de 55 años, fue designado candidato del Partido de los Trabajadores (PT) en sustitución de su líder histórico, el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), que purga desde abril una pena de 12 años de cárcel por corrupción y lavado de activos.
Teresinha Kanzler Barbosa, una abogada jubilada de Brasilia, fue una de las miles de brasielñas que votó por Bolsonaro. “Tiene que haber un cambio en este país. Basta de siempre lo mismo. Bolsonaro es la opción de cambio y si Dios quiere será un buen presidente”, afirmó.
La retórica inflamada de Bolsonaro, un defensor de la dictadura militar (1964-1985), conocido por sus comentarios ofensivos contra las minorías y sus planes de flexibilizar el porte de armas, ha electrizado esta campaña, marcada por los insultos y las agresiones.
Con la victoria de Bolsonaro, su gurú económico, Paulo Guedes, tratará de lanzar un programa de privatizaciones para reducir la deuda y reactivar la economía, que viene de dos años de recesión y dos más de débil crecimiento.
Pero ante las resistencias en su propio campo, Bolsonaro aclaró que solo privatizará actividades periféricas de Petrobras o de Eletrobras.
Bolsonaro gobernará además con un Congreso con partidos debilitados por los escándalos y dominado por los lobbies conservadores del agronegocio, las iglesias evangélicas y los defensores del porte de armas.
Quien resulte electo sustituirá el 1º de enero de 2019 al conservador Michel Temer, el presidente más impopular desde el retorno de la democracia, que asumió en 2016 tras la destitución de Dilma Rousseff, del PT, acusada de manipular las cuentas públicas.