Las predicciones sobre el fin del mundo recobran vigencia en las Profecías de San Malaquías y en los textos bíblicos, que apuntan al final de los tiempos, por los abusos que se cometen contra la madre tierra y contra toda la obra de la creación, por la destrucción de la naturaleza, por las guerras fratricidas, por el orgullo y la opulencia que discrimina a los seres humanos, por la acción depredadora de la especie humana que destruye lo que más ama, que es la vida.
Por la utilización indebida de las armas nucleares en los conflictos bélicos y por las guerras químicas que se han puesto de moda entre las potencias más poderosas del mundo, mucho preocupan los excesos que se hayan podido cometer en las investigaciones de laboratorio, donde los científicos han podido crear los nuevos gérmenes patológicos para la destrucción de la humanidad.
La bomba atómica lanzada en Hiroshima hace varias décadas fue el comienzo de muchas formas de dominación que han creado las potencias para preservar su posición de preeminencia en el escenario universal. La campaña por la conquista del espacio pudo haber facilitado la formación en el planeta tierra de virus infecciosos provenientes de un mundo desconocido.
Los factores de contagio se han multiplicado en el mundo alrededor de la creación de armas biológicas, de reactivos químicos que puede provocar la destrucción del género humano.
Nadie conoce hasta el momento un antídoto que ponga fin a la pandemia del coronavirus, que tiene acorralado al mundo civilizado, mientras los científicos de las diferentes latitudes buscan crear los medicamentos o las vacunas que permitan conjurar la crisis sanitaria.
En medio de esta confusión, del caos y la angustia colectivas, surgen voces que recomiendan destinar grandes presupuestos en la búsqueda de la fórmula milagrosa que pueda detener la extensión y multiplicación de la enfermedad, que hasta la fecha ha provocado millares de muertes en el Continente Europeo, después de haber tenido su carta de naturaleza y su origen en los países asiáticos.
En medio de la oscuridad y en el proceso experimental, los gobiernos de Francia, España y Estados Unidos están dispuestos a destinar lo que sea necesario, en materia presupuestal, para enfrentar esta guerra diabólica e invisible que está destruyendo la vida de millares de personas, especialmente gente longeva, como la mayoría de los habitantes de ciudades como Madrid y París, en el continente europeo, donde los gobiernos han llegado a tal estado de desesperación, que han amenazado con disponer de la propiedad privada, si fuere necesario, para enfrentar esta guerra que destruye al género humano y que puede causar la muerte de miles de millones de personas en el planeta tierra.
El profesor Manuel Elkin Patarroyo, el científico colombiano que descubrió y patentó la vacuna contra el paludismo, ha dicho que se compromete a buscar el antídoto contra esta enfermedad y ha señalado que si se lo permiten podría asociarse con otros colegas de la medicina en el mundo, para realizar el trabajo de investigación que requiere la destinación de grandes recursos presupuestales, como lo que ya han aprobado países como Estados Unidos, Alemania, Italia y Francia.
