Presagios de un cataclismo que sobrevendría muy pronto sobre el planeta tierra estaría marcado en los vaticinios que hace poco más de dos siglos formulara Thomas Robert Malthus, un clérigo anglicano y erudito británico con gran influencia en la economía política y demográfica del mundo.
Miembro desde 1819 de la Royal Society, popularizó la teoría de la renta económica y fue célebre por la publicación anónima en 1798 del libro titulado ‘Ensayo sobre el principio de la población’. Malthus, nacido el 14 de febrero de 1766 y fallecido el 29 de diciembre de 1.834, fue el autor de polémicas teorías, que ejerció una notable influencia en ámbitos como la economía, la política y la demografía.
Malthus predijo el fin del mundo, como consecuencia de una hambruna general por la impresionante explosión demográfica que ha condenado a la miseria a millones de personas, que andan por el mundo mendigando una moneda para comprar un pan, como los migrantes venezolanos, pidiendo limosna en los parques, las avenidas, las estaciones de trenes y buses, en las plazas de mercado, sin ninguna esperanza y sin ningún futuro para los niños que ahora están naciendo debajo de los puentes como los ratones, esperando el cambio social y político que haya de producirse en su país de origen.
Poco después de escribir La crisis, y a pesar de las influencias de pensadores liberales, su postura ante la pobreza y sus causas, cambió. Comenzó a mostrarse escéptico ante la posibilidad de que las reformas políticas y sociales tuviesen efecto.
Al contrario, comenzó a plantear ideas que abrevaban en las corrientes utilitaristas y pragmáticas, y se alejó del optimismo reformista propio de la Ilustración. Por ejemplo, las políticas reformistas que se aplican ahora, cada cuatro años en Colombia, en opinión de Malthus, no irían a solucionar el problema de la pobreza.
Hace un siglo, en 1820 Malthus publicó su obra titulada ‘Principios de economía política para su aplicación práctica’. En esta obra defendía que la crisis económica debía paliarse con inversión en empleo público y con un aumento del consumo privado.
De esta forma, argumentaba, se podría incrementar la demanda real, y, en consecuencia, la fluidez de los mercados. Por tanto, el objetivo de cualquier nación era maximizar su riqueza, equilibrando sus capacidades producción y de consumo. Está visto que en Venezuela acabaron con las fuentes de producción y de riqueza, mientras cinco millones de venezolanos andan como parias por el mundo, después del engaño de una casta dominante que predicaba la ‘Revolución del Siglo Veintiuno’.
Lo que está pasando en el mundo valoriza el pensamiento y los conceptos que, sobre economía y desarrollo social de los pueblos, predijo Thomas Robert Malthus. El mundo resultó pequeño para la especie humana, que se multiplica de manera impresionante cada año, mientras disminuye la producción de alimentos en las naciones africanas y en algunas regiones del continente americano.
Dos siglos atrás, se manejó la teoría del control demográfico, fuertemente atacada por jerarcas de algunas organizaciones religiosas, que calificaron estos procedimientos como crímenes de lesa humanidad. El uso de medicinas anticonceptivas era pecado mortal.
Ante el fracaso de una política demográfica que redujera el número de hijos que puede tener una pareja, como producto de las expresiones del amor y de la reproducción, los científicos ascetas que no creen en los misterios del más allá, como los chinos y los rusos, planearon las guerras biológicas para el exterminio de la humanidad, y una de esas pruebas de laboratorio estarían orientadas a la reducción sistemática de la población.
De ahí que el coronavirus descubierto hace diez meses en el continente asiático, se haya ensañado con las personas mayores de 70 años que representan el sesenta por ciento (60%) de la población que muere cada día y que pueden morir por falta de medicamentos para contrarrestar los efectos del Covid -19, como podemos verlo en el crecimiento de las estadísticas sobre mortalidad, esperando que llegue la vacuna milagrosa para detener la orgía de muerte que estamos padeciendo.