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Así se instaló la fase pública de las negociaciones entre el Gobierno y el Eln en Quito


Quedaron atrás las frustraciones de más de tres años de diálogos exploratorios. Los ciclos de negociación serán de 45 días ininterrumpidos, en los que las partes trabajarán en dos subcomisiones: una que diseñará la fórmula para que la sociedad participe del proceso y la otra que se adentrará en construir una ruta de gestos humanitarios que permita el desescalamiento del conflicto y la construcción de confianza.
De hecho, construcción de confianza este ha sido el tema que ha permitido la instalación de la mesa. El nombramiento de dos gestores de paz y el indulto de dos jefes guerrilleros, además de la liberación de Sánchez, fueron las condiciones que le dieron paso a este evento histórico.
Desde ahí y frente a 150 invitados y unos 60 medios de comunicación nacionales e internacionales, el jefe negociador del Gobierno, Juan Camilo Restrepo, le pidió a esa guerrilla renunciar públicamente al secuestro.
“Quiero aprovechar esta ocasión para invitar al Eln a darle hoy la mejor noticia a los colombianos con su renuncia pública al secuestro. El secuestro fue, ha sido y será injustificable. Sin esta decisión por parte del Eln será muy difícil avanzar en la construcción de acuerdos y garantizar mejores niveles de credibilidad de esta mesa de diálogo. Colombia, la comunidad internacional aquí presente y las familias de quienes aún continúan secuestrados por el Eln esperan prontamente este anuncio”, aseguró Restrepo.
“¡Los colombianos tenemos derecho a la paz! La ciudadanía no quiere más enfrentamientos en los que mueran nuestros jóvenes, los ataques contra la infraestructura que afectan a la población; la intranquilidad de vivir acosados e intimidados por la violencia diaria y de la inaceptable práctica del secuestro”, agregó el jefe negociador.
Restrepo sostuvo que los equipos de las partes serán fieles a la agenda pactada en marzo del año pasado, y que los temas se ejecutarán con celeridad y rigurosidad, sin que esto se confunda con “una paz exprés”.
“No venimos a esta mesa a explorar; ya la fase exploratoria quedó atrás. El objetivo de esta mesa –cito el texto- es “subscribir un Acuerdo Final para terminar el conflicto armado y acordar transformaciones en búsqueda de una Colombia en paz y equidad. Evitaremos caer en discusiones interminables, en un marasmo de conversaciones, o en un permanente estado dialogante. Estamos ya en un camino, debemos recorrerlo y estamos decididos a hacerlo”, concluyó el exministro de Agricultura.
En el proceso de paz con el Eln se incorporarán los aspectos que se consideren necesarios del Acuerdo de La Habana. La verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición serán siendo ejes transversales en los diálogos con los guerrilleros.
Los temas con los que arrancará la mesa de Quito serán las dinámicas y acciones humanitarias (lo humanitario y la construcción de gestos de confianza) y la participación de la sociedad en la construcción de la paz. Con esa metodología clara, las propuestas de la sociedad serán de vital importancia pero no tendrán un carácter vinculante.
La mesa con el Eln debía haberse instalado en octubre, pero se retrasó por la exigencia de Santos de que fuera liberado Odín Sánchez, secuestrado por esa guerrilla desde abril, y por la exigencia de la guerrilla de que el gobierno indultara a dos guerrilleros presos y nombrara facilitadores de paz a otros dos.
La liberación de Sánchez se cumplió hace cinco días, y también se dio este lunes la liberación del soldado Fredy Moreno Mahecha, que el Eln había capturado el 24 de enero, lo que reforzó también la confianza en el proceso.
Intervención del Jefe negociador, Juan Camilo Restrepo
“Colombia hoy no es el mismo país que hemos conocido en las últimas décadas. El de hoy, es un país con renovadas esperanzas de futuro, de unidad, de progreso; con desafiantes mandatos y expectativas de la sociedad. Nuestra nación hoy es un laboratorio universal de construcción de la paz, quizás el más vanguardista de esta época.
A lo largo de toda su vida republicana, Colombia ha enfrentado múltiples conflictos y expresiones de violencia; ha vivido grandes frustraciones y barbaries vergonzantes. Ha acumulado dolor y resentimiento. Sin embargo, ha continuado su camino hacia delante. Hoy estamos ante la oportunidad de, por fin, terminar el conflicto armado y pasar la página de la guerra.
Por años, Colombia, gobierno tras gobierno, emprendió la difícil tarea de conseguir la paz; por diferentes caminos, con resultados muy disimiles. Es una historia valiosa que nos ha dejado experiencias y aprendizajes invaluables.
Hemos aprendido a ponernos objetivos y a definir rutas concretas para avanzar en la dirección que el país necesita.
Hemos aprendido que tenemos visiones muy diferentes acerca de la naturaleza del conflicto y que las mesas de conversaciones, como esta que hoy se inicia, no son para ahondar en ellas, sino para encontrar los caminos para superar las heridas del conflicto y crear las condiciones para que no se repitan.
Hemos aprendido la trascendencia del papel de la ciudadanía al acompañar estos procesos, y cómo su interés, su conocimiento, y sabiduría pueden facilitarnos la tarea de llegar a acuerdos.
Hemos aprendido, también, que una mesa de diálogos tiene la enorme tarea de acordar el fin del conflicto armado, pero en ningún caso reemplazar las instituciones.
Construyendo sobre estos aprendizajes, de una manera franca, seria, realista, respetuosa y con un claro objetivo en mente, adelantaremos este proceso con el Eln.
Nos convoca para estas conversaciones la grandeza para poner la paz por encima de nuestras diferencias y para entender que son precisamente esas diferencias las que nos enriquecen como nación.
Unas conversaciones que materialicen el mandato constitucional de que “la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”.
¡Los colombianos tenemos derecho a la paz!
Seremos fieles al texto y al espíritu del acuerdo suscrito en marzo de 2016; las agendas temáticas escogidas, su filosofía, sus principios y procedimientos serán nuestra carta de navegación.
De esta agenda quiero comenzar por rescatar dos elementos: la decisión de las partes de ejecutar los temas con la mayor “celeridad y rigurosidad”, así dice el acuerdo, criterios estos que quedaron expresamente consignados allí, por lo tanto, esto que hoy comenzamos no debe confundirse con una paz exprés.
Pero sí quiere decir, y quiero recordarlo en esta ocasión, que las partes nos hemos comprometido, a avanzar. Avanzar con tanta celeridad como la prudencia lo permita.
No venimos a esta mesa a explorar; ya la fase exploratoria quedó atrás. El objetivo de esta mesa –cito nuevamente el texto de marzo del año pasado- es “subscribir un Acuerdo Final para terminar el conflicto armado y acordar transformaciones en búsqueda de una Colombia en paz y equidad.” Esa es nuestra misión.
En esta fase pública, y en ella, nuestro espíritu es el de lograr un proceso creativo, innovador y pragmático que nos permita cumplir con los objetivos trazados. Venimos con una actitud propositiva para lograrlo.
Evitaremos caer en discusiones interminables, en un marasmo de conversaciones, o en un permanente estado dialogante. Estamos ya en un camino, debemos seguirlo recorriendo y estamos decididos a hacerlo.
Colombia y el mundo reconocen que esta oportunidad que hoy tenemos para terminar el conflicto armado y sentar las bases para la construcción de la paz muy difícilmente se nos volverá a presentar en el futuro. Esperamos que el Eln también valore y comprenda que éste es el momento de la paz.
El proceso que hoy inicia es un proceso independiente de otros, y por lo tanto merece un tratamiento único, particular; las discusiones serán autónomas y con esto pretendemos llegar a los acuerdos que respondan a la naturaleza de esta mesa. Reconocemos al Eln como una organización con su identidad e historia propias.
Claro, deberemos tener la madurez para incorporar del Acuerdo de La Habana aquellos aspectos que convengamos necesarios, siempre con una mirada constructiva y realista de los grandes avances que éste incorpora.
Tal como está consignado en nuestra carta de navegación, cito de nuevo, “Una vez hecho público este proceso”, es decir, a partir de este momento, “se establecerán mecanismos con la mesa de La Habana para identificar temas en que se requiera coordinación y sincronía”, hasta allí el texto. Este también será un elemento esencial que nos guiará en estas conversaciones.
A lo largo de los últimos años hemos enfatizado la importancia de llegar al fin del conflicto. Es decir, superar la etapa de la confrontación armada, y permitirnos empezar otra, marcada por las transformaciones necesarias para alcanzar la paz. Como indica nuestra carta de navegación, el objetivo de este ejercicio en uno de sus puntos es: “ponerle fin al conflicto armado para erradicar la violencia y propiciar el tránsito del Eln a la política legal”.
Cada dilación innecesaria en la búsqueda de la paz, significa el sacrificio de vidas y es tiempo que se pierde para sembrar las bases de la reconciliación nacional.
No es posible realizar los cambios que Colombia necesita, y sobretodo atender aquellas regiones más afectadas por la guerra si no somos capaces de detener la violencia.
Por supuesto que debemos cerrar las brechas en las condiciones económicas y sociales de que adolece el país. Que todos los colombianos, indistintamente del lugar donde vivan, tengan acceso a las mismas oportunidades. Que los derechos de todos se garanticen de la misma manera.
Queremos también profundizar nuestra democracia; alcanzar plenas garantías para la libre expresión de las ideas, que nadie sea estigmatizado por la forma como piensa, y así como decimos que el tiempo de la paz ha llegado, decimos también con la misma convicción, que el tiempo de la política con armas debe terminarse en Colombia.
Entendemos que modernizar nuestro Estado pasa por asegurar una mayor participación de la ciudadanía en los asuntos que la afectan directamente; promover una ciudadanía activa que contribuya a la toma de decisiones y al ejercicio del control político, como ha sido el espíritu de nuestra Constitución vigente y lo han reiterado nuestras Cortes.
Ejercicios de deliberación democrática sobre problemas como la educación, la pobreza, la exclusión social, la corrupción y la degradación ambiental, todos ellos incluidos en la agenda pactada con el Eln para estos diálogos, pueden beneficiar de manera notable a departamentos como Arauca, Norte de Santander, Cauca o Chocó, por solo mencionar algunos.
Hace pocos días en el departamento de Arauca, sus habitantes nos señalaron su deseo de emprender proyectos para las comunidades, y la urgencia apremiante de tener oportunidades económicas y opciones productivas. Pero también señalaron que esto debe hacerse en un ambiente sin la coacción armada que les pone tantas limitaciones y les viola sus derechos.
De eso se trata este proceso: de reconocer a las comunidades, entenderlas, saber escucharlas para acordar planes y programas que mejoren su calidad de vida.
La prioridad son las regiones. Poner en marcha la construcción de la paz supone respetar sus necesidades, su vocación, su propia historia, y su cultura. Una paz desde los territorios.
Colombia honra a las víctimas de este conflicto. Insistiremos, como lo hemos hecho sin cesar, en que los derechos de las victimas están en el centro de estas conversaciones. La verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición son las raíces profundas y reales de la reconciliación. Estamos aquí para garantizar y defender esos derechos.
Las victimas juzgarán si estuvimos a la altura de este enorme reto.
Fin de la violencia. No más secuestro
De todo esto se trata este proceso, y fundamentalmente, que se termine la violencia que se traduce en la amenaza de las armas.
La ciudadanía no quiere más enfrentamientos en los que mueran nuestros jóvenes, los ataques contra la infraestructura que afectan a la población; la intranquilidad de vivir acosados e intimidados por la violencia diaria y de la inaceptable práctica del secuestro.
Quiero aprovechar esta ocasión para invitar al Eln a darle, ojalá pronto, la mejor noticia a los colombianos con una renuncia pública al secuestro. No es aceptable en ningún caso, ni en el plano humanitario, ni en el plano ético, ni en el político, ni el jurídico; el secuestro fue, ha sido y será injustificable.
Sin esta decisión por parte del Eln será muy difícil avanzar en la construcción de acuerdos y garantizar mejores niveles de credibilidad de esta mesa de diálogo. Colombia, la comunidad internacional aquí presente y las familias de quienes aún continúan secuestrados por el ELN esperan prontamente este anuncio.
Empezamos estas conversaciones con dos temas de manera simultánea o mejor con dos mesas:
Las dinámicas y acciones humanitarias: Lo humanitario y la construcción de gestos de confianza serán preminentes en el proceso que hoy inicia. Esto debe generar mejores condiciones para la discusión de otros temas de la agenda.
Y la segunda, es la participación de la sociedad en la construcción de la paz: Para que ésta sea útil, debe ser ordenada; para que sea provechosa debe acotarse en tiempos determinados, y para que sea relevante, debe enmarcarse en el espíritu participativo de la Carta del 91.
Este propósito de la Constitución del 91 ya cuenta con un desarrollo institucional para lograr la participación y sin duda será un soporte básico para cumplir los propósitos ya mencionados: una participación útil, provechosa y relevante.
Leo textualmente el acuerdo de marzo de 2016, “Las delegaciones definirán la metodología de trabajo y las formas en que estas iniciativas se considerarán, así como los mecanismos y formas de participación de la sociedad.”
Esta es la primera tarea a la que debemos abocarnos en esta mesa.
Teniendo una metodología clara, confiamos en que las propuestas de la sociedad, sin tener un carácter vinculante, serán de vital importancia en esta mesa.
Sabemos que estas propuestas, sumadas a aquellas que lleven a dicha mesa Gobierno y ELN, nos permitirán enriquecer el análisis de los temas que vamos a discutir.
Ese es el espíritu y el texto de lo ya acordado, y sobre el que empezamos a trabajar desde hoy.
La paz es para todos los colombianos; es la paz de la región, y una luz de esperanza para el resto de la humanidad.
Las nuevas generaciones, las víctimas del conflicto y el mundo entero están esperando que tengamos la sabiduría y la grandeza para superar esta guerra inútil.
Creemos en la importancia que tiene el paso que damos hoy. Un paso firme hacia esos ideales supremos de la nación.
Nuestro agradecimiento al Gobierno de la República del Ecuador por la generosa hospitalidad que le brinda a este encuentro por la paz y a la Universidad Católica por esta magnífica sede para que aquí tengan lugar estas conversaciones.
Agradecimientos también a todos países garantes: Brasil, Chile, Cuba, Noruega y Venezuela, que con dedicación y profesionalismo vienen acompañando este proceso. Y a los demás países que acompañan y lo apoyan.
Agradecimiento también, y muy especial, a la Iglesia Católica que con su acompañamiento desinteresado y sincero viene prestando un apoyo invaluable a este proceso.
No podemos ser inferiores al mandato que por la dignidad y la paz le reclaman a estas negociaciones los colombianos. Queremos responder a ese llamado.
Queremos dar pasos firmes hacia una Colombia en paz”.