En la audiencia pública adelantada por magistrados de la Justicia Especial para la Paz, la señora Rocío Escorcia Boneth comenzó a relatar lo que sería para ella una desgracia familiar, sobre todo para su madre, que murió sin conocer la verdad sobre la muerte de su hijo, Jhon Jader Escorcia Boneth, quien fue asesinado por los militares del Batallón La Popa y presentado como dado baja en combate con guerrilleros del ELN en el departamento del Cesar.
El joven de 19 años de edad residía en zona rural de Fundación, Magdalena, pero en el 2004 se marchó con otros cinco jóvenes para recoger café en el corregimiento de Santa Clara, ubicado en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, y nunca más regresó a su hogar.
“En esa época no había trabajo para los jóvenes sin ninguna clase de educación y él (Jhon Jader) estaba en busca de qué hacer para comprar la leche del niño (el hijo). Se presentaron unos señores a ofrecerle una oferta de trabajo y así fue que se lo llevaron con los demás”, narró Rocío Escorcia, hermana de la víctima. Todo se volvió extraño.
Solamente 15 días después comenzaron a aparecer las primeras noticias de Jhon Jader: Un ciudadano de la región se acercó a la casa de los Escorcia para comentarle que a su ser querido lo mató un grupo del Batallón de Artillería Nro. 2 La Popa de la Décima Brigada del Ejército Nacional.
Los restos fueron ubicados en una fosa común del cementerio Jardines del Ecce Homo de Valledupar, donde también fueron ubicados los cuerpos de otras víctimas como Orlando Villareal Cortés, Carlos Alberto Castro Aguirre, Edgar Beltrán Hurtado, entre otros.