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Colombia nos damos el lujo de elegir cuales muertos o delitos lamentar, cuales justificar y cuales celebrar volviéndonos enemigos de aquellos que piensan diferente

 

Para conocimiento de algunos, ser maestro hoy en día no responde a clientelismo, es decir no depende ni laboral, ni económicamente de ningún padrino político; un docente en la actualidad debe presentar un concurso para ingresar, una evaluación cada año denominada de desempeño, donde debe demostrar sus competencias intelectuales, procedimentales y actitudinales.

Al observar y analizar la actual situación Colombiana, fruto no solamente del paro, ni de la pandemia generada por el Covid-19, sino también de la alarmante controversia generada por los altos índices de Corrupción, tráfico de influencias, desempleo, pauperización de la educación, básica, media y universitaria, de la mercantilización de la salud y de la fe, de los grandes estragos generados a la economía agraria fruto de los TLC, de la gran explotación y dependencia minera, con los posibles estragos que pueda causar el fracking, de los altos números de asesinatos y masacres que se han venido dando, acompañados de la alta impunidad reinante no solo por parte de los grupos al margen la ley, sino de los mismos actores políticos; en fin de ese aberrante panorama social, económico y político en el cual está sumergida nuestra hermosa patria, situación que muchos relativizan, ignoran y hasta justifican, pero bueno bienvenida la pluralidad que nos ha llevado a lo que todos conocemos como: la polarización.

Uno de los temas que nos aqueja en estos días, es la obstinación relacionada con la federación Colombiana de Educadores, Fecode que agremia a una gran cantidad de maestros del sector publico u oficial; mucho se dice de esta asociación sindical, en su gran mayoría desconociendo su realidad y cayendo en el juego de las “few news” noticias falsas que circulan por las redes y que compartimos sin detenernos a revisar qué tanto de verdad hay en ellas.

Se ha generado en el ambiente un rechazo a la educación, como al estilo medial (ya sabrán porque he reconocido en varias ocasiones que algunos sectores políticos han querido manejar a Colombia como una sociedad feudal) se hizo con la ilustración, el enciclopedismo y todas estas corrientes filosóficas que buscaban capacitar, formar y educar al hombre, sacarlos de su analfabetismo, para mejorar sus condiciones de vida. Han sido estas personas, quizás desde Sócrates, pasando por Rousseau, Durckeim, el mismo Francisco de Paula Santander, Freire, en fin, un sinnúmero de políticos (en el sentido estricto y benévolo de la palabra), filósofos y maestros, hasta llegar a la actualidad, los que han logrado que la educación en el mundo se rija por los principios de la libertad, la igualdad y la solidaridad, llevando a una educación pública, gratuita y accequible a todos (al menos en teoría).

La Fecode, contrario a lo que piensan algunos sectores, no establece las políticas educativas, no genera los currículos o lineamientos académicos, no maneja el presupuesto de la educación en Colombia, todo lo anterior depende solo del Gobierno de turno. De cuándo acá la educación en el contexto nacional, y sus agentes, es decir los maestros, que un día se agremiaron en torno a un sindicato que velara por sus derechos laborales, al igual que tantos sindicatos de trabajadores, se convirtieron en enemigos de la educación; de verdad puede llegar a ser válida la teoría que reza que a determinadas clases políticas le sirve que el colombiano de a pie siga analfabeta, y cuando digo analfabeta no me refiero a saber leer o escribir, me refiero al analfabetismo social, aquel que los lleva a no leer más de lo necesario, a no reflexionar, a la mediocridad, a no criticar, a no conocer teorías políticas y económicas, a no rumear, como lo diría Nietzsche, a tragar entero… ¿será verdad que si el pobre es ignorante es más fácil de manipular?

Para conocimiento de algunos, ser maestro hoy en día no responde a clientelismo, es decir no depende ni laboral, ni económicamente de ningún padrino político; un docente en la actualidad debe presentar un concurso para ingresar, una evaluación cada año denominada de desempeño, donde debe demostrar sus competencias intelectuales, procedimentales y actitudinales para ser maestro y fuera de eso para poder ascender deben concursar y prepararse, por eso la Unicef ha considerado a los maestros en el mundo, y Colombia no es la excepción, como el gremio mejor preparado e instruido; terminan su ciclo profesional, hacen especializaciones, maestrías, doctorados y están en continua formación, leyendo todos los días, aprendiendo y actualizándose, en fin…sirviendo de mediadores entre el inmenso mundo del conocimiento y los estudiantes que buscan socializarse, haciéndoles más cercano el conocimiento. Entonces: ¿de cuándo acá los maestros se convirtieron en enemigos de la sociedad colombiana?

En la época medieval a los sabios, científicos, académicos y filósofos, al atreverse a pensar diferente y al querer enseñar y dar a conocer sus teorías se les reconocía públicamente como enemigos de la fe y la sociedad, prueba de ello y que me respalden desde sus tumbas, personajes como Giordano Bruno, Miguel Servet, Giulio Vanini, Pietro d’Abano, entre otros tantos, que se volvieron enemigos, o más bien, la clase política dominante y reinante del momento los hizo ver como enemigos de la sociedad; cosa parecida pasa con la Fecode, que siendo la agremiación de las personas que a lo largo de nuestras vidas nos ha formado y capacitado, y a la cual les debemos mucho o gran parte de los que sabemos se haya convertido en la enemiga nuestra solo por la manipulación de determinados sectores políticos.

Ha sido la Fecode junto con sus maestros quienes se opusieron con sus paros y sus marchas al recorte de las trasferencias, cuando gobiernos como el de Pastrana, Uribe y Santos hicieron grandes rebajas en el presupuesto destinado, para la salud, la educación, el agua potable; dineros que se giran a los municipios y departamentos; su lucha logró que se eliminaran los costos de matrícula y pensión existentes durante muchos años, sus paros han conseguido que la educación siga siendo gratuita y pública, que se implementen programas de merienda y comedores escolares, que la enseñanza técnica en las instituciones a pesar de los escasos recursos se mantenga, que se invierta en computadores, y material pedagógico, han sido los maestros con sus sueldos los que apoyan a los estudiantes de bajos recursos para solventar sus necesidades, a la instituciones educativas ante irrisorios presupuestos para tapar goteras, pintar salones, etc. y ahora ellos se volvieron enemigos de nuestra sociedad? Faltaba más ¿a dónde hemos llegado? La Educación es ahora enemiga de los colombianos y educar se volvió adoctrinamiento, porque los estudiantes leen, comparan, sacan conclusiones, refutan, piensan diferente, etc. pareceres irrespetuosos desde todo punto de vista no solo a los maestros, sino también a los estudiantes al ser considerados como borregos.

Para concluir, seguimos bajo la premisa del “divide y vencerás” los jóvenes, los estudiantes, los policías, los pequeños y medianos empresarios, los maestros, se han convertido en enemigos de algún sector social, a tal punto que en Colombia nos damos el lujo de elegir cuales muertos o delitos lamentar, cuales justificar y cuales celebrar; totalmente parcializados y divididos, volviéndonos enemigos de aquellos que piensan diferente, invitando a bloquearnos o eliminarnos, todo al servicio de la clase dominante, y peor error aun, reconociendo a la educación y a sus agentes como los enemigos de la sociedad, con la venia de aquellos que lo justifican y de los que guardan silencio ante semejante adefesio. Sólo la historia nos juzgara. Termino con una frase bastante diciente: “En Colombia arreglaron más rápido los peajes, que los salones de muchos colegios que en medio de goteras y grietas llevan más de dos años a punto de derrumbarse”.

 

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