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COMO NEGAR QUE TODOS SOMOS CAMPESINOS

El pasado lunes conmemoramos el día del campesino, siguiendo lo institucionalizado por el gobierno desde el año 1965, cuando el presidente Guillermo León Valencia, oficializó el justo reconocimiento a estos baluartes del desarrollo económico y la producción alimenticia como estímulo a sus orígenes y tradiciones rurales y culturales.
Se calcula que, en estos tiempos, Colombia tiene más o menos unos once millones de personas que trabajan en el campo, lo que nos indica que hemos dejado de ser un país con tendencia rural.
Demográficamente los especialistas calculan que, dentro de 30 años apenas el 10% de los nuestros, laborará en esas faenas agropecuarias.
Observando los actos cumplidos el lunes para la celebración de la fiesta del campesino, como nunca antes, el confinamiento en que por la pandemia nos encontramos, fue el preciso instante para ser agradecidos y reconocer su invaluable labor.
Solo porque nuestros hermanos del campo continúan labrando la tierra, hemos podido obtener en las ciudades todos los alimentos por nosotros requeridos.
Es que casi el 50% de los artículos que integran nuestra canasta alimentaria, proviene integralmente de sus infatigables jornadas de trabajo.
Durante este tiempo del “Coronavirus” que nos ha obligado a ser altamente cuidadosos, también deberá servirnos para que, desde los centros urbanos, nos demos la “pela” exigiendo para ellos el cumplimiento del derecho a que tengan las mejores condiciones con las que puedan dignamente desempeñarse como personas.
Como país, Colombia está en déficit frente a ellos que siguen careciendo de infraestructura, capacitación, facilidades de comercialización y ayudas financieras.
En condición de ciudadanos, nosotros debemos emprender tareas incluyentes con las que reconozcamos la dignidad a todos nuestros ignorados hermanos del campo, que además de héroes son imprescindibles en nuestra existencia.
Es este el momento para destacar su inmensa capacidad laboral, constancia, inteligencia, conducta y honradez, como valores que los identifican y nosotros en su honor debemos incluir y cumplir con toda fidelidad.