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¿Conoce realmente qué Significan estas Palabras? Mamertos O Fachos una Realidad !!!

A pesar de la escasez de datos sobre actitudes políticas, podemos confiar en la intuición que resulta de seguir el debate político colombiano y, así, afirmar que nos encontramos en un debate electoral atípico y polarizado, la pregunta obvia es, ¿qué ha provocado este cambio? ¿Por qué hoy nos encontramos en un escenario tan polarizado?
En Colombia es común el uso de referencias despectivas hacia a las personas de acuerdo con su ideología política: a quienes son de derecha se les denomina como ‘fachos’ y a quienes son de izquierda, ‘mamertos’, pero ¿conoce realmente qué significan estas palabras?
Mamerto puede ser la palabra más utilizada en redes sociales en Colombia. Pocos extranjeros entienden de qué se trata, y es lógico pues es un colombianismo como el “mamar gallo”, aunque en Ecuador y la zona andina de Perú es rara vez utilizado para referirse a alguien tonto y lerdo.
Pero acá, donde la palabra es escuchada o leída todos los días, es un término peyorativo para referirse a alguien de izquierda.
En cuanto al término ‘facho’, el Diccionario de la Lengua Española (DLE), publicado por la Real Academia Española, dice que el concepto se debe utilizar para hacer referencia a alguien con ideología fascista.
La palabra viene del italiano ‘fasces’, un conjunto de 30 varillas atadas con una cinta que sujetaba un hacha, y era utilizado por el imperio romano como una insignia para distinguir al cónsul romano. Posteriormente, se convirtió en el símbolo del Partido Nacional Fascista tomando el nombre de ‘fascio’.
El fascismo fue un movimiento político y social totalitario que surgió en Italia, en 1919, después de la Primera Guerra Mundial (1918). Su principal exponente fue el dictador Benito Mussolini, quien a través del fascismo buscaba imponer su ideología nacionalista, la cual promulgó la persecución de quienes fueran judíos o se relacionaran con ellos.
La polarización política consiste en la ampliación de la divergencia y el consecuente desplazamiento hacia los extremos ideológicos. Pero cuando se intensifica, el centro tiende a reducirse. En un escenario político de extremas como el nuestro, las voces de centro o aquellos con visiones políticas mezcladas pierden visibilidad, poder e influencia. Es lo que últimamente ha sucedido con Alianza Verde, aunque viéndolo bien con los últimos acontecimientos en el Congreso, ya están más inclinados a la derecha que a la izquierda.
En ocasiones, y cuando los partidos políticos son fuertes, esta división se puede manifestar como un fortalecimiento de los sectores extremos de los partidos y/o como un aumento de la distancia ideológica que existe entre los mismos.
Este es el caso particular de Estados Unidos, donde el denominado «republicano medio» y el «demócrata medio» se han ido alejando a gran velocidad el uno del otro durante la última década.
Colombia elige el próximo año nuevo congreso y nuevo presidente y este proceso electoral ha puesto sobre la mesa la discusión sobre la polarización. Muchos sugieren que nunca antes la política colombiana había sido tan hostil en el uso del discurso político y que nunca antes las plataformas políticas y las propuestas ideológicas habían estado tan alejadas las unas de las otras. «Somos un país profundamente polarizado» es una frase que se oye múltiples veces en la discusión pública nacional.
Lo cierto es que se últimamente los que se identifican de izquierda han aumentado, los que se identifican de derecha han decrecido. También los que se identifican de centro han aumentado, aunque muy ligeramente. Pero la política es de momentos, en 8 meses ha cambiado el estadio político.
Pero aún es pronto para saber si este alto componente de izquierda en las filas de la derecha y viceversa producirá o no mayores niveles de polarización.
Pero no sabemos mucho más sobre cualquier otro tipo de división alrededor de la cual se pueda estar consolidando la polarización. Es difícil saber, por ejemplo, si se trata de un desacuerdo entre liberales y conservadores ampliamente definidos o es la presión al Gobierno por fata de mermelada.
Otro indicador que podría dar señas sobre la intensificación de la polarización política en Colombia es el eventual crecimiento de la antipatía por los contendientes; o, en otras palabras, la medida en que han crecido las opiniones desfavorables de unos hacia aquellos que están en el otro lado del espectro político.
Si bien hay otra parte de la conversación que está lejos de los extremos anteriormente descritos, la impresión que tengo es que tiende a sofocarse en medio de los gritos y las acusaciones de un lado y del otro.
Es decir, el debate que tiene lugar entre políticos, analistas e incluso ciudadanos activos en redes sociales tiende a moverse con mucha facilidad entre los extremos. Por eso mismo, el espectro de discusión en el centro es probablemente el espacio en donde se siente más la polarización política.
Pero también habría que preguntarse si son las personas (políticos y simpatizantes) que están en los extremos las que hacen un esfuerzo más grande para que se oiga su opinión política. Las que hacen más ruido.
En esa medida, también cabe preguntarse si el centro no es más pequeño o menos poderoso, sino simplemente es menos vocal. De nuevo, no hay muchos datos aquí, pero una mirada rápida al comportamiento de las redes sociales en Colombia tendería a corroborar esta tesis y ello, obviamente, aumenta la sensación de una discusión política polarizada, aunque al final, los resultados electorales puedan decir otra cosa.
Si suponemos entonces que, a pesar de la escasez de datos sobre actitudes políticas, podemos confiar en la intuición que resulta de seguir el debate político colombiano y, así, afirmar que nos encontramos en un debate electoral atípico y polarizado, la pregunta obvia es, ¿qué ha provocado este cambio? ¿Por qué hoy nos encontramos en un escenario tan polarizado?
La actual contienda electoral rompe de un solo tajo con ese consenso de centro-derecha imperante en el país y ha puesto en la mayoría de las encuestas al candidato de la izquierda, Gustavo Petro, como primero en la intención de voto hasta el momento. La izquierda, en un lapso cortísimo, dejó de ser minoritaria pero todavía queda más de un año y cualquier cosa puede suceder y como dijo el extinto congresista santandereano José Luis Mendoza Cárdenas “Las uvas aún están muy verdes”
Ello ha implicado una transformación de fondo de la discusión política y ha obligado a la clase política tradicional a lidiar con temas nuevos y con disensos sustanciales. Para ponerlo, en otros términos, la discusión de hoy es más diversa, se ha ampliado el continuo ideológico en el que se movía y ha incorporado posiciones que no eran visibles en debates electorales pasados.
La reacción de los políticos tradicionales frente a este cambio, mientras se adaptan, puede ser más visceral y menos propositiva (al fin y al cabo, la «amenaza» de que la izquierda llegue al poder no es subestimada por ellos) y hay que recordar que la derecha es una minoría organizada y la izquierda una mayoría dispersa, ello puede ser la causa de un discurso político más beligerante y en ocasiones violento.
Entonces, claro, las posiciones políticas lucen unas más alejadas de las otras, pero ello puede ser resultado del proceso de diversificación y pluralización del sistema político colombiano. Si ese es el caso, estas son buenas noticias y lo que hoy los colombianos entendemos como polarización puede ser un espejismo. Más bien estamos frente a un proceso de profundización y consolidación de nuestra democracia, un efecto perfectamente predecible del fin del conflicto armado.
Para terminar, las redes sociales pueden no ser una causa de la polarización, pero definitivamente sí un mecanismo facilitador. Y en Colombia, esta condición se acentúa porque escasean los medios de comunicación que quieran hacerles contrapeso a las redes sociales y contribuir a «civilizar» y poner en sus justas proporciones el debate político. En ocasiones, el bajísimo nivel de credibilidad de los medios nacionales los ha llevado a reproducir las batallas campales de las redes sociales para aumentar el rating.
Todo lo anterior sumado a que la política del extremo es más fácil de presentar que los grises del centro, y a que activa emociones que mueven electoralmente a la gente, nos ha llevado a un escenario en el que la conversación política no obedece muchas veces ni a la más elemental cortesía.
La gran pregunta es si los términos muy poco deseables de la discusión electoral colombiana equivalen necesariamente a una profundización inusual de la polarización y a la gestación de unas diferencias de fondo que estén ahogando visiones mixtas y más pragmáticas. La pregunta sigue abierta, ¿la política colombiana cada vez es más de mamertos o fachos?
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Columnista Invitado
Correo: gustavoherrera0211@gmail.com