Colombia entró definitivamente en un año electoral calificado por algunos analistas como trascendental para su sistema político, pues las certidumbres del pasado, que la presidencia estaría en manos de actores políticos tradicionales están totalmente difuminadas. Indiscutiblemente, analizando la trayectoria de las elecciones presidenciales desde la finalización del Frente Nacional en 1974, nunca se había presentado una jornada electoral tan llena de incertidumbres para el establecimiento tradicional. Sectores independientes, Gustavo Petro y el exalcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández, son los que lideran las encuestas de opinión que se han realizado en los últimos días. Los partidos liberal y conservador no son protagonistas de ninguna iniciativa que impacte la opinión ciudadana para el primer cargo de la nación. El partido liderado por el expresidente Álvaro Uribe, que definió la presidencia durante dos décadas, hoy carga una serie de fragilidades en su liderazgo político que no le ha permitido mostrarse como una fuerza de continuidad.
La opinión ciudadana cada vez más se involucra, de formas diferentes, a las discusiones que están generando la competencia hacia la presidencia. El debate se realiza de forma general, sobre si los actores políticos que han gobernado tienen solución a los problemas de desarrollo que vive la sociedad colombiana. Los temas que se discuten son: sobre qué modelo económico necesita el país, pues el que tenemos cada vez muestra mayores fragilidades; sobre la crisis moral que atraviesa el Estado, donde la corrupción se ubica como una variable trasversal; sobre los efectos del calentamiento global en toda la estructura económica y social del país; sobre los graves problemas sociales, de pobreza e inequidad, agravados por la pandemia. La sociedad se moviliza de forma intensa y con expresiones radicales, recordemos que venimos del “estallido social” más grande que hemos presenciado en las últimas décadas en el país. Con toda seguridad, la sociedad se mantendrá en continua movilidad mientras se desarrollan todas las actividades electorales. Definitivamente, la competencia para lograr la presidencia se va a realizar en medio de un debate político y social intenso, nunca visto en la historia nacional.
¿Pero solo podremos caracterizar la jornada electoral a la presidencia por la dinámica política que se presenta a nivel nacional? Definitivamente no. Poco a poco los hechos sociales y políticos que se sucedan en el país en el calendario electoral, se conectarán más y más con los hechos que se están presentado en América Latina y en el mundo. Para iniciar podemos preguntarnos por el significado que para el proceso electoral que vivimos tienen las conclusiones de las elecciones presidenciales en Chile, donde el nuevo presidente es un líder que no pertenece a ninguno de los dos bloques (centro derecha y centro izquierda) que han gobernado a dicho país los últimos 30 años, y que promete realizar una agenda socialdemócrata anti neoliberal. Este hecho ha empezado a cambiar los ambientes de la discusión política del continente y Colombia no puede ser la excepción.
Para continuar, observemos el debate que vive Argentina, donde el presidente Fernández enfrenta un momento político de pérdida de influencia y gobernabilidad y fuerzas de oposición asumen un liderazgo que permite prever una lucha intensa entre las fuerzas que representan sectores de izquierda, con muchos matices, y sectores que se denominan de derecha. Allí el debate es como en Chile y en Colombia sobre el modelo económico y sus propuestas de replanteamiento. Todo lo anterior se puede complementar con la ardua lucha política en Brasil, que concluirá con la elección presidencial en el segundo semestre de 2022, en la cual se enfrentarán dos visiones de desarrollo económico totalmente diferentes: la que representa Ignacio Lula y la de Jair Bolsonaro, quien exhibe un discurso comprometido con el modelo neoliberal. Adicionalmente, el mundo está pendiente de la profundización de la agenda social del presidente Joe Biden y de la nueva coalición de gobierno de Alemania, donde se instaló un gobierno con muchas novedades políticas organizado por socialdemócratas, liberales y verdes, que con toda seguridad ubicar nuevos vientos en el ambiente político global.
Las elecciones presidenciales de Colombia definitivamente tendrán un contexto nacional complejo y lleno de variables políticas, ideológicas, económicas y sociales; se producirán, como es lógico, entre actores políticos nacionales que se definirán después del 13 de marzo cuando ocurran las consultas interpartidistas y queden decididos los candidatos presidenciales de la Coalición de la Esperanza, los del Equipo Colombia y el Pacto Histórico. Pero toda la campaña a la presidencia, la primera y segunda vuelta, se convertirán también en un debate continental y global. Colombia es un Estado que, en el concierto internacional, es referente en el tema político institucional, en temas de paz y alianzas económicas y geopolíticas. Los más diversos actores globales estarán opinando permanentemente y tratando de incidir en las conclusiones electorales. Definitivamente nuestro debate presidencial tendrá un marco global que incidirá en sus resultados.
COLUMNISTA INVITADO / JUAN DIEGO CASTRILLON