La presencia de elementos desadaptados al interior de la Universidad Industrial de Santander, que participan en actividades terroristas como los que se produjeron este viernes en plena ceremonia de graduación de estudiantes, que esperaban celebrar en esta fecha el acontecimiento de su vida, al recibir un título profesional, constituye una mancha negra en la reciente historia del plantel superior.
Grupos de choque, conformados por elementos revoltosos, a la sombra de la mal llamada ‘autonomía universitaria’, que con frecuencia promueven mítines contra las autoridades académicas y contra el gobierno nacional, exigiendo privilegios que no se merecen, hacen parte de unas milicias clandestinas que deben ser erradicadas de la UIS.
No se conocen sanciones por los hechos violentos que grupos vandálicos produjeron el año pasado durante las protestas callejeras del llamado ‘Paro Nacional Indefinido’, porque no hay autoridad que imponga sanciones contra delincuentes que, al abrigo de la Universidad Industrial de Santander, reciben matrícula gratuita y subsidios monetarios del gobierno nacional.
Preocupa el silencio cómplice de algunos miembros del Consejo Directivo, que se negaron a investigar los graves actos de sabotaje que se produjeron el año pasado y que ahora se repiten con el intento de secuestro del señor Rector, Ingeniero Hernán Porras Díaz, quien también ha sido demasiado tolerante con la comunidad universitaria, donde hay profesores de reconocida tendencia izquierdista, que envenenan el ambiente en contra del orden establecido.
El país debe saber que la posible privatización de las universidades públicas tiene sus orígenes en la falta de rendimiento académico de muchos profesores y estudiantes, que se dedican a promover desórdenes bajo cualquier pretexto, incurriendo en actos criminales como los que se produjeron el año pasado cuando intentaron asesinar a miembros de la policía nacional en los alrededores de la Universidad Industrial de Santander. Y como los que se produjeron ayer con el intento de secuestro a la máxima autoridad del claustro.
Las mayorías estudiantiles, que no pagan derechos de matrícula y que quieren estudiar aprovechando las garantías que les ofrece el gobierno nacional del presidente Iván Duque, observan con preocupación el ambiente de indisciplina que existe en la Universidad Industrial de Santander, donde en los últimos años el Consejo Directivo ha tolerado la existencia de células extremistas, que han ocasionado daños a los laboratorios de física y química, a los equipos de informática y que nadie responde, porque la impunidad ha sido total frente a la influencia subversiva que se mueve entre bambalinas, ejerciendo el usufructo de los subsidios y privilegios que les entrega a nueve mil seiscientos (9.600) estudiantes de la UIS el Departamento Nacional de la Prosperidad Social.
Que se sepa, nadie ha sido sancionado, ni expulsado del plantel, porque el campus universitario está bajo el dominio de fuerzas extremistas y beligerantes que tienen conexiones con grupos armados ilegales. Y esto lo sabe también el Consejo Superior Universitario, donde toman asiento los representantes del gobierno nacional, los ex –rectores de la UIS, los voceros de los profesores y de los estudiantes, a quienes les hace falta el valor civil para investigar y expulsar las manzanas podridas de la subversión y el terrorismo. Y la ciudadanía se pregunta ¿por qué está prohibida la presencia de la Policía y del Ejército en los escenarios de estos acontecimientos, como si el campus universitario fuera considerado como una zona extraterritorial?