Este dogma religioso que se celebra en todas las regiones del mundo católico, conmemorando la pasión, muerte y resurrección del Salvador, este año 2022, se van a ver aglomeraciones de feligreses en todos los actos religiosos que se celebren, y se tendrá que estar en alerta sin olvidar la prevención como se venía teniendo contra el Covid-19: El tapaboca, el gel antibacterial o alcohol. El esquema de vacunación no está completo en el 100% de la población y, según información de la Organización Mundial de la Salud, han aparecido otras cepas o variantes del Omicrón o la variante covid XE de este terrible virus.
Se están prendiendo las alarmas por la mutación del virus, que es resultado de la combinación de Omicrón y su blindaje “silencioso” BA,2 que fue detectada en el Reino Unido y que puede llevar a un contagio mayor y aumento de muertes, ya no en adultos mayores sino en cualquier edad de la población.
El concepto de que es un castigo de Dios, se debe dejar de lado, solo justificando la maldad de los humanos que se salen de los patrones del respeto a la vida de sus mismos congéneres, acá sí podemos decir que somos víctimas de nuestros propios inventos, que no aportan para desarrollar la calidad de vida, sino enfermedad y muerte.
Repasando pasajes de la historia bíblica, tienen ese parecido, con el tiempo actual y los Sacerdotes estarán haciendo referencia, para que el pueblo bajo el púlpito tenga ese temor, que como fiera los devora el pecado, un pecado del cual la iglesia misma y sus sacerdotes no están exentos y como mortales han caído en ese quiebre y doblegar del espíritu, que ellos llaman “mundo, demonio y carne”.
Esta columna quiere darle importancia a esta celebración, donde la manifestación religiosa popular en distintas poblaciones de Colombia, harán de ese turismo religioso, con el rescate de participar del Patrimonio inmaterial (y material de algunas iglesias coloniales) de la Nación o de la humanidad, como son: Mompox, Popayán, Pamplona, Tunja y pueblos que no están relacionados, pero que por siglos guardan su tradición.
Según un balance historiográfico sobre cofradías, devociones y prácticas religiosas en Colombia, Jaimes y Mendieta encontraron que existe una gran cantidad de trabajos relacionados especialmente con las imágenes religiosas y sus devociones en los siglos XVI a XVIII, mientras para las cofradías y hermandades existen muchos vacíos, en especial en los estudios regionales.
“Son necesarias nuevas investigaciones que indaguen y ayuden a explicar las representaciones, manifestaciones y experiencias religiosas a partir del contraste entre el discurso normativo emitido por la iglesia católica con las prácticas religiosas de carácter popular. Estos análisis permitirán reconocer la importancia del fenómeno religioso en Colombia desde el periodo colonial y así entender porque aun hoy en día muchas de esas prácticas religiosas permanecen en el imaginario social” (…)
El Concilio de Trento (1545-1563) aumentó las cofradías, es decir la hermandad, venidas de la península española y las indias de Castilla. De Sevilla al Cusco, a Centro y Suramérica, pasando por las Canarias. Las congregaciones que aparte de sus diversos fines particulares, insistieron en la práctica de las obras de misericordia y, aunque eran asociaciones que no pertenecían al clero, mantenían relaciones con este. La tradición de las procesiones religiosas se remonta a los siglos IV y V de nuestra era y llega hasta la antigüedad pagana en Roma. Las cofradías se constituyeron en la forma más extendida de asociación voluntaria que existió desde la Edad Media, con un claro proceso de expansión hasta nuestros días.
Quiero resaltar que las cofradías como asociación de personas, hombres y mujeres, como los mismos clérigos y los laicos, pertenecientes o no a una misma profesión dentro del estamento social de la comunidad, se unen cada año por esta época para los fines piadosos, benéficos sociales, que organizan bajo su santo protector, la semana del recogimiento y la religiosidad de los feligreses siempre ha sido algo especial en cada familia que asiste a estos actos.
Recordar que la pandemia no ha terminado y se deben cuidar, guardando los protocolos y costumbres para cuidar la salud y evitar contagios, acudiendo a las iglesias con los elementos de protección.