Los estragos causados por la pandemia del coronavirus, en todo el mundo, empiezan a sacar a la superficie esas tragedias que no se notan cuando comienza la debacle, pero, con el paso del tiempo, son las que mayores desastres causan en la economía de los hogares.
El cierre despiadado e incalculable de empresas y, por ende, el despido masivo de trabajadores, generó una nueva población que hemos denominado los nuevos desempleados, es decir que luego de muchos años de trabajo, se sumaron a esa población que nunca ha podido conseguir su primer empleo o que tiene puestos que tan sólo duran el tiempo del contrato y son empleados esporádicos.
Desde el Gobierno colombiano, con el concurso de varia empresas nacionales y extranjeras, se han empezado a generar ofertas de trabajo que suenan atractivas porque, la inmensa mayoría, están dirigidas a la reactivación económica y a la recuperación de puestos de trabajo, pero esa panacea, no está acorde con el momento crítico que viven millones de hogares en Colombia que de la noche a la mañana tienen en sus filas a los nuevos desempleados que ha dejado la pandemia.
Personas que contaban con un puesto fijo y un salario constante y con cinco o diez o más años de trabajo permanente, en un pestañeo quedaron con la vida rota y sin opciones de poder levantarse en un corto plazo que les permita retomar su ritmo de vida y su tranquilidad mental.
Llama poderosamente la atención que en esa tarea de reactivación han empezado a aparecer miles de ofertas de puestos de trabajo, en todos los frentes, con convocatorias nacionales y con posibilidades de crecer, en el campo profesional, dentro de las empresas que hacen parte de la oferta laboral, en esta época de resiliencia.
Esas ofertas están dirigidas a personas jóvenes, a oportunidades de primer empleo, para personas que no pasen de los 35 años, o para gente que no tenga acumulados años de experiencia.
Eso está muy bien, pero, no hay un plan de choque para darles empleo o devolverles el que tenían antes de la pandemia a muchos de eso nuevos desempleados que, con más de 40 años de edad, y de allí en adelante, no tiene posibilidad alguna porque el Gobierno nacional, y los locales, se olvidaron de ellos y volver a la vida laboral será un milagro para algunos, muy pocos, y un imposible para la inmensa mayoría.
Desde el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social se debe realizar un análisis profundo sobre este tema, porque esos desempleado con edades de 45 años en adelante, ya no son atractivos de contratación en las empresas y, fuera del desempleo, vienen los problemas mentales por el estrés, la zozobra de un futuro sin norte y, sobre todo, que tras 20 o más años en una empresa, readaptarse al momento y laborar en otra cosa es complicado o entrar en el campo de la informalidad, les costará porque son otras sus costumbres y muchos no lo lograrán.
Consideramos que esas nuevas ofertas de empleo que se anuncian de forma rimbombante, en todos los medios nacionales, son discriminatorias porque limitan la edad de los posibles elegidos y no se ajustan al momento crucial que vive el país por el enorme índice de desempleo ocasionado en esta crisis desatada por la Covid-19.