Cuando les preguntaron a las directivas de la Multinacional Brasilera Odebrecht, con cierto sarcasmo, por qué vinieron a Colombia a corromper a los altos funcionarios encargados de adjudicar los contratos de los megaproyectos de obras públicas, el vocero de la compañía extranjera manifestó: cuando llegamos a Colombia a participar en los contratos de obras públicas, los políticos y los agentes del gobierno ya estaban corrompidos.
Coincide esta declaración con un testimonio rendido ante la Fiscalía General de la Nación por el ex senador Otto Nicolás Bula Bula, en la iniciación de la audiencia que involucra al ex director de la Agencia Nacional de Infraestructura –ANI – donde se afirma que los contratos adjudicados a la multinacional brasilera Odebrecht estaría involucrado el ex presidente Juan Manuel Santos Calderón, el destinatario final de las millonarias sumas de dinero que exigía la campaña reeleccionista para evitar el triunfo del candidato del Partido Centro Democrático, el ex ministro de hacienda Oscar Iván Zuluaga.
En los videos grabados en la audiencia judicial se escucha cuando el ex senador Otto Nicolás Bula Bula, líder político de la Costa Atlántica, afirma que la plata exigida a la firma brasilera para adjudicarle el contrato de las obras de la autopista Ruta del Sol, en el trayecto Barrancabermeja – Gamarra estaba destinada a financiar la campaña electoral del expresidente Juan Manuel Santos, que en la primera vuelta electoral había perdido las elecciones con el exministro Oscar Iván Zuluaga, a quien le habrían robado las elecciones.
Para los poderosos contratistas de la multinacional Odebrecht, en Colombia no había necesidad de corromper a nadie en la cúpula del gobierno del expresidente Santos, porque en la Agencia Nacional de Infraestructura, en cabeza del inamovible ingeniero Luis Fernando Andrade, ya sabían lo que tenían que hacer para conseguir la plata que necesitaba el presidente Santos para hacerse reelegir.
El exsenador Otto Nicolás Bula era un simple comisionista que colocaba de por medio de credencial parlamentaria para realizar el ms vergonzoso tráfico de influencias.
Pedirles a los parlamentarios costeños que sean honrados en el trámite de la contratación oficial es como cultivar aguacates en el desierto de La Guajira, donde proliferan negociantes de distintas nacionalidades, porque desde la Costa Atlántica, con esa cantidad de traficantes y negociantes que han invadido el espectro político de la nación, todo es posible.
De esa conducta puede dar cuenta la exsenadora barranquillera Aida Merlano que, habiendo obtenido 86.000 votos en las elecciones parlamentarias del año 2018, la vincularon a un escándalo por compra de votos, siguiendo el ejemplo de la escuela política de sus antecesores, donde todo se compra y todo se vende, hasta la conciencia electoral de los ciudadanos.
El exsenador Otto Nicolás Bula, uno de los testigos estrella de la Fiscalía General de la Nación en el juicio contra los altos funcionarios de la pasada administración nacional, declaró en la audiencia del juzgado 25 de Bogotá, que poderoso director de la ANI, ingeniero Andrade, participó en las negociaciones con la multinacional brasileña para el otorgamiento de la ampliación de los contratos de Odebrecht en el proyecto vial Ruta del Sol II. Según dijo Bula, Luis Fernando Andrade y delegados de Odebrecht sostuvieron al menos seis reuniones privadas y clandestinas en el apartamento del también condenado exsenador Bernardo el “Ñoño” Elías, para acordar la cuantía de los dineros que debían recibir como contraprestación como intermediarios del gobierno Santos, entre el 2013 y 2016.
Otto Nicolás Bula Bula (Sahagún) es un político, ganadero y caballista colombiano, quien fue senador de la república (1998-2002), y estuvo involucrado en el caso de corrupción relacionado con la empresa Odebrecht.
Bula fue capturado en enero de 2017 por su participación en el escándalo de corrupción en Odebrecht, proceso penal en el cual le fueron imputados los delitos de cohecho y enriquecimiento ilícito, por lo que fue condenado a 5 años de prisión y obligado a pagar una millonaria multa. Éste es un solo caso de la otra ‘pandemia’ que padece Colombia y que le ha merecido figuración en el escalafón internacional como el país más corrupto del mundo.