¿Pueden las buenas intenciones guiar las políticas públicas? Muchos de los amigos de Los Corrillos del Parque Caldas analizan la eficiencia de las políticas públicas cargadas de buenas intenciones.
Los Corrilleros dicen, resaltan y además explican cómo se debe medir el éxito de las políticas no por sus motivaciones sino por su efectividad y resultados tangibles.
Los legisladores suelen acusarse mutuamente de tener malos motivos o de hacer propuestas equivocadas para ayudar a la gente equivocada. Pero cualquiera que se presente a un cargo político tiene ciertos ideales de hacer del mundo un lugar mejor en el que trabajar y criar una familia, algo que lo hemos visto reflejado en Juan Carlos Muñoz Bravo
Podríamos decir que la Alcaldía de Popayán es la de las buenas intenciones puede verse a nuestro alrededor en todos los programas gubernamentales que exigen una acción directa para resolver los problemas sociales. Todos los debates giran en torno a las buenas intenciones frente a los buenos o malos resultados reales. Estos argumentos separan a los liberales de los conservadores, a los liberales de los conservadores y a los activistas “compasivos” de sus oponentes “con intereses especiales”, como quien dice al Juan Carlos que no hizo nada que solo critica como vulgar influencer al actual que solo se ve un ser humano que solo tiene o tendrá buenas intenciones de hacer algo bueno para la ciudad blanca.
Apariencias frente a realidad
Las buenas intenciones tienen que enfrentarse a las fuerzas económicas muy reales del interés propio. El gobierno puede mandar y regular a las personas, pero el uso directo de mandatos suele fracasar porque los resultados indirectos de un sistema de libre mercado pueden tener efectos más poderosos y contradictorios como quien dice es Popayán no manda nadie y mucho menos dejan hacer a los que quieren trabajar por el municipio..
Algunas políticas gubernamentales, promulgadas con benevolencia, simplemente fracasan o, peor aún, producen resultados opuestos a las buenas intenciones del Alcalde u otras son el reflejo del culillo que le dan que le bloqueen por meses la ciudad donde entrega las fiestas de pubenza a aquellos que entorpecieron el paso por semanas y además en mancilla la iglesia católica, será que el hecho que el alcalde sea de otra religión donde respetamos la libertad de credos dicen y resaltan los corrilleros , que premia a los agresores de los católicos donde hoy los muestran como los mejores gestores culturales que burla a la fe dicen y resaltan los amigos de los Corrilleros del Parque Caldas .
¿Perjudicaría eso a alguien, o sólo parecería favorecer a las personas equivocadas?
La gobernabilidad no trata de las intenciones de nadie, buenas o malas, sino de las “no intenciones”, es decir, de los resultados sociales indirectos y beneficiosos del comportamiento egoísta y lucrativo de todos como quien dice que para que haga cosas el alcalde se debe bloquear el centro de la capital caucana y golpear al curita de la parroquia más cercana como quien dice si le da un buen puño a monseñor mínimo le entrega el manejo total de los recursos de Vías, escuelas y cuanta cosa tenga la administración de Popayán como premio a su valentía , dicen los Corrillos del Parque Caldas .
El Gobierno del goteo
La ausencia de buenas intenciones conscientes en la política pública, y en un mercado libre en general, provoca el despreciativo calificativo del “Gobierno del goteo”.
Ese eslogan implica la intención de alguna política gubernamental de hacer menos cosas para que puedan tratar con condescendencia a quien realmente , esa es la pregunta de muchos.
El desprecio implícito en el eslogan sugiere la creencia de que las intenciones, buenas o malas, son una parte necesaria de cualquier política, y la ausencia de buenas intenciones conscientes, por lo tanto, significa que un mercado libre debe tener malas intenciones o como quien dice trabajar por que las buenas intenciones sean tangibles.
Al mismo tiempo, los que utilizan el eslogan para atacar a sus oponentes políticos como quien dice a los Influencers son menos que honestos intelectualmente, porque el mismo término podría describir también cualquier política para hacer más ricos a los pobres. Las personas de todas las clases sociales gastan dinero en bienes y servicios, que “circulan” por la economía y aumentan los ingresos. Un sencillo diagrama ilustra el tipo de error que puede producir esta preocupación exclusiva por las intenciones. Las filas son los buenos y los malos resultados, que se cruzan con las buenas intenciones o la ausencia de motivos conscientes. La compasión por los buenos resultados es obviamente una virtud, y el vicio puede venir de descuidar un problema.
Pero el responsable político que cree que las intenciones son esenciales para obtener buenos resultados es incapaz siquiera de ver el caso lógico de un sistema indirecto como el de empezar a trabajar con resultados
Gobernar indirectamente
Las leyes y las políticas públicas que se basan en nuestro conocimiento de los efectos indirectos se encuentran entre las más exitosas de la sociedad moderna. Reglas como los derechos de propiedad privada y las formas formales de redactar contratos ejecutables están hechas para que las personas traten entre sí sin la participación directa del gobierno , sacar a la jurídica porque no sirve para los caprichos de algunos que buscan sacar tajada de la contratación, etc.
Los buenos resultados de esas normas políticas son consecuencias estrictamente indirectas. Una demanda puede ir a los tribunales o se puede llamar a la policía si la gente viola las normas, pero el papel del gobierno no tiene nada que ver con las buenas intenciones de los líderes políticos. Al gobierno realmente no puede, ni debe, importarle lo que haga la gente mientras siga unas normas justas y equitativas.
Mala praxis sistemática
¿Deberían las buenas intenciones desempeñar algún papel en la política gubernamental? Nadie da crédito a un mecánico de automóviles por sus buenas intenciones si tu coche sigue sin arreglarse.
Señor Alcalde Juan Carlos Muñoz Bravo nunca olvide los generales no son alabados por sus buenas intenciones si pierden una batalla. Si la economía y la política fueran algún tipo de ciencia exacta, no habría ninguna duda. Sólo se buscarían buenos o malos resultados.
La economía fallida de las buenas intenciones es una especie de mala práctica sistemática en la política pública, y se repite continuamente. Sus defensores no comprenden el fracaso repetido de sus ideas políticas, porque no tienen malevolencia. Su piadoso estilo de despreciar desdeñosamente como economía de goteo todas las reformas que no se basan en la ingeniería social benevolente o en la planificación política ha llevado al economista Thomas Sowell, de la Institución Hoover, a identificarlos como “los autoproclamados moralmente”.
Pero como los generales antes de una batalla, los líderes electos tienen el deber de mirar más allá de las intenciones y centrarse en producir buenos resultados. La política pública debe basarse en la comprensión de las no intenciones y los efectos indirectos del comportamiento económico y social.
Así que deje de ser bonachón y empiece a trabajar con resultados que lo único que vemos que resulto bien fue que el golpear un curita, encerrar a muchos en una Iglesia católica y además bloquear un sector importante de la Ciudad dio buenos frutos, lo dicen y resaltan los amigos de los Corrillos del Parque Caldas que todo lo ve y Todo Lo sabe