La inexplicable alteración de los resultados electorales del pasado domingo en favor del ‘Pacto Histórico’, un movimiento de fachada que tiene el candidato presidencial Gustavo Petro Urrego y la fuga del narcotraficante Juan Larrinson Castro Estupiñán, principal cabecilla de la estructura criminal del Clan del Golfo, capturado en Floridablanca hace un año, producen efectos negativos irreparables en la opinión pública, cansada de la oleada de corrupción que sacude a la administración de justicia y al Instituto Nacional Penitenciario –INPEC.
Desde tiempo atrás y a raíz de la constitución de una veintena de organizaciones sindicales que administran las cárceles del país, el Instituto Nacional Penitenciario mantiene en las cárceles del país miles de personas desocupadas e improductivas, mientras el presupuesto de la nación les otorga beneficios especiales como la comida y la asistencia médica, oportunidades de estudio y resocialización.
Los guardianes que hacen parte de las directivas sindicales no asisten a sus lugares de trabajo. Con ‘permisos sindicales permanentes’, son en el fondo los administradores de los centros penitenciarios.
El fugitivo presidiario Juan Larrinson Castro Estupiñán era un narcotraficante que había permeado las estructuras de los altos mandos del ejército nacional, entre ellos un general de alto rango y varios coroneles, con aliados en las disidencias de las FARC y en las guerrillas del ELN, que contaba con doscientos esbirros bajo su dirección y que era un estratega del denominado ‘Clan del Golfo’, Grupo Cordillera, una de las organizaciones criminales más poderosas de los departamentos de Nariño y Cauca.
Por sus nexos sentimentales en el departamento de Santander, había sido capturado un día domingo en Floridablanca, donde le estaban celebrando su fiesta de cumpleaños. Conducido al Pabellón de Alta Seguridad en la Penitenciaría Nacional de La Picota, en Bogotá, compró a las autoridades carcelarias para que le permitirán tener muchas comodidades, como las que tiene cualquier millonario de Colombia.
Era generoso con el personal de guardia y al parecer, disponía de grandes fortunas en paraísos fiscales del mundo.
Se conoce la fuga del terrible narcotraficante Juan Larrinson Castro Estupiñán, principal cabecilla de la estructura criminal del Clan del Golfo, en la mañana del día viernes, cuando en una revista de presos se encontró que había salido de la penitenciaría Nacional La Picota, al parecer disfrazado de guardián, mediante la complicidad de funcionarios que habrían recibido millonario soborno.
El presidente de Colombia, Iván Duque Márquez, reaccionó al conocer la noticia y anunció la liquidación del Instituto Nacional Penitenciario y la posible privatización de las cárceles del país, para acabar con esas estructuras sindicales del INPEC que son cómplices de lo que está pasando en estas instituciones.
Fue tal la reacción del Presidente Duque, que de inmediato ordenó la destitución de varios funcionarios de la Guardia Penitenciaria.
Otro escándalo, que ha producido enorme indignación en Colombia, tiene que ver con la alteración de los resultados electorales del pasado domingo, que favorecen al movimiento político denominado ‘Pacto Histórico’, donde milagrosamente les aumentaron los resultados de las estadísticas electorales, que les permiten llegar a diecinueve (19) la cuota de senadores de la república.
El sistema electoral colombiano ha sido señalado como cómplice de la corrupción electoral, que igualmente está alterando los resultados de las elecciones parlamentarias del pasado 13 de marzo.
¡Otra gran vergüenza para Colombia!