Política
El Consejo Evangélico de Colombia (Cedecol) Pieza clave para las presidenciales de 2018

Nuestra tarea no es cambiar gobiernos, sino que la persona conozca a Jesucristo y cambie su vida.
El pastor Castaño asevera que no habrá una movilización de los cristianos el próximo año igual a la del plebiscito, porque no van a votar por valores sino por personas. “Espero que votemos unidos por un candidato a la Presidencia, aunque existe mucho interés particular en algunos líderes”.
Agrega que la organización que preside no tiene interés en participar en política y por eso no compromete su organización con ningún partido.
“Los cristianos somos disciplinados para votar, y tenemos dificultades para hacerlo por alguien que no tenga nuestros valores. Por tal motivo a veces algunos se aíslan o prefieren estar en sus iglesias ese domingo. Tenemos una responsabilidad civil y social: que todo cristiano debe votar”.
Por el contrario, el pastor Cañas sostiene que él no está promoviendo que la iglesia se vuelva un partido político, porque congregan líneas de pensamiento muy diferentes, pero cree que, además de hablar de Dios, deben ayudar en la transformación del país.
“No pensamos en la politiquería, sino en luchar contra la corrupción, liderando los valores y los principios nuestros. Hemos sido muy efectivos en evangelizar, ganar almas y abrir iglesias, pero lamentablemente no hemos llevado una transformación profunda a esta nación”.
Según Bibiana Ortega, investigadora de la Escuela de Política de la Sergio Arboleda, y quien hizo su tesis doctoral sobre los partidos políticos evangélicos en América Latina, ningún estudio ha determinado que sean disciplinados para votar. “Es más un mito con el que los pastores negocian con los políticos para conseguir prebendas. Son disciplinados para hacer protestas y defender la familia, pero la identidad religiosa ya no determina la identidad política”.
Al respecto Miguel Ángel Herrera, investigador del Instituto de Estudios Políticos de la Nacional (IEPRI), explica que dependiendo del número de candidatos, los cristianos pueden definir quién pase a la segunda vuelta, pero que luego se equilibrarán las cargas.
Según Piedrahíta los católicos, que son 8 veces más, también votan con devoción y la influencia en las próximas elecciones de los cristianos no será la misma, porque no tendrán un discurso que los aglutine y entrarán en discusión y competencia por los fieles, puesto que carecen de una estructura jerárquica.
“El debate en 2018 no va a girar sobre la familia. Se centrará en la corrupción y los desafíos del posconflicto, porque la implementación está mostrando vacíos en seguridad.
Allí no habría un elemento común que permita unificar a estas iglesias. Si se unen las grandes iglesias, sí inclinarían la balanza”.
¿Riesgo para democracia?
Bibiana Ortega, investigadora de la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la U. Sergio Arboleda, dice que si bien algunos estudios sugieren que estos credos no son proclives a la democracia porque la mayoría son verticales, potencian los valores y los espacios para la participación.
“No son un riesgo para la democracia. El debate de fondo es que en tiempos de pluralismo, el radicalismo de algunas iglesias en torno a la opción de familia, la defensa de la familia tradicional y el derecho a la vida en todas sus expresiones, pueden presentar conflictos con otras posturas. El reto es buscar consensos para la gobernabilidad”.
Según Piedrahíta, la participación de los cristianos en política no representa riesgo alguno para la democracia, porque sus posturas permiten el pluralismo democrático, aunque puede generar una radicalización.
¿Por qué han crecido tanto?
El número de protestantes parece aumentar de manera proporcional a la disminución de católicos, que ahora no representan el 95 % de los colombianos, como hace dos décadas, sino entre el 75 % y 80 %.
Según el pastor Castaño, los protestantes son un grupo creciente porque tienen una estructura más cercana a la gente que la Católica y una conciencia clara del compromiso social. Sobre los efectos de los escándalos de pastores que abusan de menores o se enriquecen, afirma que son excepciones y no los afectan.
Al respecto monseñor Mauricio Vélez, Obispo auxiliar de Medellín, expresa que los movimientos religiosos han crecido, porque cada garaje es una iglesia, donde cada uno quiere montar su propia doctrina, “y eso preocupa. Hay muchas religiones milagreras que le venden a la gente falsas doctrinas y les hacen creer que participando en un grupo solucionan sus problemas”.
Acepta que el liderazgo y de testimonio de vida de algunos sacerdotes no han sido eficaces, pero que cuando un católico se va para otra iglesia por un escándalo con un sacerdote es porque tiene una fe inmadura. “Es como si uno dejara de creer en la medicina por el error de un médico”.
Desde el Frente Nacional y luego con el Concilio Vaticano II (1962-65), la Iglesia Católica local se apartó del debate electoral. Si bien participaron en las negociaciones con las guerrillas entre 1982 y 2001 y ahora acompañan el proceso que inicia con el Eln, ya no toman partido, como lo hicieron hasta mediados del siglo XX.
En el reciente proceso con las Farc no tuvieron negociador, y en la campaña del plebiscito no asumieron una postura institucional, sino que invitaron a los creyentes a participar. Esto pese a que el papa Francisco, al final de la jornada, le hizo el guiño al proceso.
Pero mientras la Iglesia de Roma no orienta el voto de manera directa, las iglesias cristianas sí lo hacen. Según Ricardo Zuluaga, constitucionalista y miembro de la Academia Antioqueña de Historia, el catolicismo retrocede en el espacio político y social por tres variables: “La pérdida de privilegios a partir de la nueva visión laica de la Constitución de 1991; la dilución de las categorías e instituciones históricas de la posmodernidad; y el escándalo de la pederastia, de proporciones mundiales”.
Adiciona que las iglesias cristianas quieren copar todos los espacios de la sociedad y ejercen el fundamentalismo que la Iglesia Católica abandonó hace 60 años.
Desde 1991 las iglesias más grandes empezaron a relacionarse con los partidos. Hasta el 2003 existió el Partido Nacional Cristiano y en el 2000 nació el MIRA. Desapareció el C4, liderado por Jimmy Chamorro, senador de La U.
Al final el pastor Castaño precisa que hay iglesias con intereses políticos, pero que eso no es bueno. “Eso lo debe hacer cada ciudadano, no la Iglesia. Nuestra tarea no es cambiar gobiernos, sino que la persona conozca a Jesucristo y cambie su vida”.