Aferrados a sus privilegios, los señores parlamentarios, que se niegan a reducir el tamaño millonario de sus asignaciones y la cuota burocrática de sus ‘Unidades de Apoyo’, se convierten en el mal ejemplo de lo que jamás puede hacer una democracia respetable.
La desconfianza en el Congreso de la República, por su falta de voluntad para congelar sus irritantes sueldos y gastos de representación, con sus cuotas de poder en ciertos niveles de la contratación oficial, a la caza de los negocios del estado para sus familiares, es caldo de cultivo para la creciente inconformidad que se siente en todo el país claro ejemplo se vive con el congresista FABER MUÑOZ que bendice todo para sus familiares .
Este fenómeno tendrá repercusiones en los procesos electorales del año entrante, cuando la elección del nuevo presidente de Colombia, de los senadores y representantes a la cámara, será una de las más costosas de la historia nacional, con mayores réditos políticos para los actores de la oposición que, de manera irresponsable, pueden lanzar miasmas contra el gobierno del presidente Iván Duque, acorralado por una crisis fiscal impresionante, con el sol a las espaldas, recibiendo fuego amigo desde los partidos políticos que hace tres años apoyaron su elección.
Ninguno de los partidos políticos que existían en Colombia antes de la promulgación de la Constitución Nacional de 1991, que abrió las puertas y ventanas a la formación de movimientos de garaje con ansias de poder, tendrá de capacidad suficiente para imponer una doctrina filosófica alrededor de los escenarios de poder, con la fuerza suficiente para elegir al sucesor del actual mandatario de los colombianos. ¿Qué democracia puede ser la que tenemos en Colombia, donde no existen caudillos y muchedumbres que se alineen bajo un mismo pensamiento y bajo una misma bandera?
Cuando existían solamente los partidos históricos, los liberales y los conservadores, y un pequeño rezago del partido comunista, se sabía con varios años de anticipación quienes iban marchando en la línea de sucesión hacia la primera magistratura.
Hoy el partido Centro Democrático, ante la incapacidad de imponer la disciplina en sus propias filas, le crea un nuevo problema al expresidente Álvaro Uribe Vélez, para ofrecerle de labios para afuera, la candidatura en bandeja de plata a uno de sus hijos, que jamás ha sido siquiera concejal de pueblo, diputado del departamento o miembro del congreso de la República. Pero en el interior del Partido Centro Democrático se mueven las aspiraciones reales de Paloma Valencia (¿?), Carlos Holmes Trujillo y Rafael Nieto Loaiza.
En el Partido Liberal y en el Partido Conservador están muy desgastadas las jefaturas de los expresidentes César Gaviria Trujillo y Andrés Pastrana Arango. La guerrilla disidente de las FARC empieza a mostrar sus dientes, con la declaración de Luciano Marín (alias ‘Iván Márquez’), que habla de revocar al presidente Iván Duque y que tiró por la borda todo el respaldo popular que hubiera tenido con su intervención en el proceso de paz, si no comete el error de regresar al monte para desafiar el establecimiento.