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EL HOY DEL AYER

Estamos como en los tiempos de Macondo, pues hoy el mundo entero se encuentra bajo una pandemia que circunda la vida del ser humano, si recordamos la lectura del libro Cien años de soledad a Macondo también llegó una peste, la peste del insomnio; cuando José Arcadio Buendía “se dio cuenta que la peste había invadido el pueblo, reunió a los jefes de familia para explicarles sobre lo que sabía sobre la enfermedad del insomnio y se acordaron medidas para impedir que el flagelo se propagara a otras poblaciones de la ciénaga” (Márquez, 1967, p. 30) de esta manera, toda la población se vio en la obligación de entrar en cuarentena. Como una profecía publicada en 1967, a hoy año 2020 vivimos en medio de una peste que nos obligó a cambiar de forma radical nuestros hábitos de vida, la escuela cambió sus espacios físicos por los hogares, las explicaciones vía whatsApp están en auge, el teletrabajo y las reuniones virtuales cobran más sentido dentro de nuestra vida.

Se debe decir, que el hombre es un ser social por naturaleza y pese a que el aislamiento es la medida que nos protege, cada día, buscamos el medio para acercarnos a las demás personas, y los medios de comunicación han sido y son ese puente que como una paradoja nos acercan, sin estar cerca. No en vano, lo anunció Melquiades “la ciencia ha eliminado las distancias” (…) dentro de poco, el hombre podrá ver lo que ocurre en cualquier lugar de la tierra, sin moverse de su casa”. Gabriel García Márquez, a través de sus personajes tal vez, no dimensionó el poder de sus palabras que a la fecha resuenan y se viven cada día, gracias a ello, en cuestión de segundos estamos al tanto de las buenas nuevas y de las no, tan buenas nuevas del mundo.

Dejando de lado, las tecnologías y siguiendo el hilo de los vaticinios, volvemos a aquel fatídico hecho que como otros, conmovió a Macondo, que en efecto sus pobladores “habían contraído la enfermedad del insomnio. Úrsula, que había aprendido de su madre el valor medicinal de las plantas, preparó e hizo beber a todos, un brebaje de acónito, pero no consiguieron dormir, sino que estuvieron todo el día soñando despiertos” así como Úrsula, que en medio de una peste recurrió a las plantas medicinales como medio de curación, en muchas regiones del mundo y en las nuestras, desde tiempos remotos estos saberes hacen parte de su identidad cultural, los cuales cuidan y protegen.

En concordancia con estos hechos, El amor en los tiempos del cólera, también registra que en esas épocas en que Florentino Ariza, deliraba de amor por Fermina Daza, el padrino de Ariza, comprobó que los síntomas de amor eran los mismos del cólera, por tanto, le prescribió infusiones de flores de tilo para entretener los nervios y así disminuir estos delirios, es así, como se presenta una conexión entre la literatura, la vida diaria y los saberes populares que de una u otra manera, han sido desechados por la industria, el comercio y la sociedad de consumo.

Sin embargo, en muchas comunidades de nuestro territorio colombiano en especial la comunidad indígena se han afincado en que las plantas medicinales hacen parte de la ancestralidad, de su cosmovisión de mundo y que traen beneficios para la salud. De hecho, se ha usado el eucalipto, la moringa como plantas que pueden llegar a prevenir el Covid-19, por estas razones, se ratifica que cuidar el medio en el que vivimos, cuidar y proteger los territorios hacen parte de nuestra humanidad, así mismo, tanto la literatura como la escritura son fuentes de resistencia frente a las formas de poder, frente al canibalismo salvaje del capitalismo que permea cada día todos los ámbitos del ser humano.

Aidalid Nieto Suarez

https://www.facebook.com/ANSUARLOVELY

 

 

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