El País asiste, Perplejo y Estupefacto, a un Cataclismo Moral,» Gestores de Paz formados en las Escuelas del Crimen»

Quienes pueden ser paradigmas de la moral y de las buenas costumbres si pasaron por las escuelas del crimen que crearon las hordas del narcotráfico, disfrazadas de guerrillas, que mantienen inmensos capitales en paraísos fiscales del mundo. La metamorfosis del autodenominado ‘Ejército de Liberación Nacional’ (ELN), que ha causado desolación y muerte en diferentes regiones de Colombia, es el espejo de la descomposición moral de este país, donde el nuevo gobierno le está construyendo un templo a la corrupción, donde la vida no vale nada.

Qué ejemplo puede mostrarle al país el presidente Gustavo Petro Urrego, si fue uno de los carceleros del caudillo conservador Álvaro Gómez Hurtado, quien en medio del cautiverio a que fue sometido por guerrilleros del Movimiento Diecinueve de Abril (M-19), fue obligado a redactar el texto del Acto Legislativo número uno (1) de 1986, que consagró la elección popular de alcaldes a condición de respetarle la vida. Petro no puede pretender que los criminales que hace año y medio incineraron centenares de vehículos de servicio público y que torturaron a varios agentes de la policía, algunos de ellos con secuelas irreparables por el resto de su vida, sean ahora los Gestores de Paz.

Sacar de la cárcel de Palogordo, en el municipio de Girón, a un terrorista que intentó quitarle la vida a un agente de la policía durante las marchas de protesta organizadas por criminales que se alojaban en predios de la Universidad Industrial de Santander, es pisotear el texto de la Constitución Nacional de Colombia. Es convertir en héroes a los bandidos y tratar a la gente de bien como los peores delincuentes.  A un policía lo inutilizaron para toda la vida, sacándole uno de sus ojos como el impacto de una bomba incendiaria y el autor de estos hechos ha sido proclamado por el gobierno del presidente Petro como ´Gestor de Paz’.  El Congreso de la República ha perdido majestad y un alto número de legisladores del denominado ‘Pacto Histórico’ tiene impedimentos morales para pertenecer a la rama legislativa del poder público.
Desde luego, hay que reconocer que las guerrillas del M-19 fueron la resultante de la derrota electoral de 1970 al expresidente Gustavo Rojas Pinilla, donde se creó la imagen negativa de un posible fraude electoral. Estas guerrillas se sometieron a un proceso de paz luego de haber asesinado a dieciocho (18) magistrados de las altas cortes en 1975, inmoladas durante la toma criminal del Palacio de Justicia en Bogotá. De ese proceso de paz salieron indemnes algunos personajes muy útiles para la vida democrática del país como el exministro Antonio Navarro Wolff y como el exparlamentario Carlos Ramón González, uno de los codirectores del Partido Verde