Política
¿El Plebiscito por la Paz convirtió la política en “guerra santa”?

Hasta hace poco la historia relató que las guerras de religión de Francia, las cruzadas y la yihad islámica, se dieron por motivos religiosos y que con frecuencia supone una recompensa espiritual para quienes participan o mueren en ella. Si bien la mayoría de guerras están motivadas por factores territoriales, económicos o políticos, las guerras santas incorporan el sentido religioso como la causa primordial.
Hay que hacer hincapié en el hecho de que las religiones se fundamentan en un ideal de paz y convivencia entre los hombres, pero los mismos hombres son los que interpretan las religiones y pueden llegar a considerar que es legítimo guerrear en nombre de un dios o de unas creencias.
En Colombia, con el Plebiscito por la Paz, los sectores opositores al proceso de paz entre el Gobierno y las FARC, encabezados por líder de derecha Álvaro Uribe Vélez y el destituido procurador Alejandro Ordóñez, usaron todo tipo de artimañas –según las propias revelaciones que hizo el gerente de la campaña por el No, Juan Carlos Vélez- quienes tergiversaron mensajes y los orientaron según regiones y estratos para buscar la “indignación” del votante
Esas artimañas, que no son más que delitos contra el sufragio, ya fueron denunciadas ante la Fiscalía y que –según Vélez- “unos estrategas de Panamá y Brasil nos dijeron que la estrategia era dejar de explicar los acuerdos para centrar el mensaje en la indignación”.
“Vendiéndole el alma al diablo”
Pero los opositores no solo se valieron de estas estrategias negras para direccionar el electorado hacia el No, también se usó la religión –y a sus incautos seguidores- para “ofrecer vida eterna” si se rechazaban los Acuerdos de La Habana.
Uribe y el propio Ordóñez compartieron tarima y casa de oración, por fuera de su propia creencia católica, con pastores cada vez que pudieron, no en vano “así se les vende el alma al diablo”. La retórica para justificar esta “mezcla explosiva”
Hoy es evidente la consolidación de una coalición político-religiosa entre poderosos políticos y los aprovechados líderes con rebaño evangélico. La entre estas dos expresiones viene desencadenando un fenómeno de masas que llevó a la derrota del Si el plebiscito.
Ya en Colombia la presencian de pastores en la política era normal, sin embargo, la nueva fuerza electoral está en la alianza con políticos, incluso con aquellos duramente cuestionados. Ese “matrimonio” se evidenció en debate por las cartillas que el Ministerio de Educación proyectó con el enfoque de inclusión de género, y que puso los pelos de punta a los evangélicos a tal punto que se movilizaron con marchas de protesta de la mano con asociaciones de padres de familia.
“A Dios rogando…”
Hace unos días, en una intervención , frente al “oportunismo” de «Pastores» de celebrar la victoria del No en el plebiscito, recordó que en los países Árabes el conflicto no tiene retorno porque “allí se mezcló la religión con la política y es el coctel explosivo más peligroso para la sociedad, cuando se le dijo a todos los creyentes que votar por él Si era tener a Dios ausente”.
Un informe determinó que, con la Constitución de 1991, cuando se abrió la puerta a la libertad de cultos, toda clase de expresiones religiosas no católicas empezaron a hacerse presentes en barrios y veredas a lo largo y ancho de la geografía nacional. Se considera, según cifras del Consejo Evangélico de Colombia (Cedecol) que unos 10 millones de creyentes se aglutinan en las iglesias cristianas, un potencial digno de tener en cuenta en matería electoral.
Pero su mensaje político-religioso no solo se escucha en el púlpito, al igual que un pulto empresarial, cuentan con 145 emisoras radiales en AM y en FM, se han hecho a buena parte de la franja televisiva y de canales de televisión por suscripción.
Medios de comunicacion que con sus mensajes logren llegar a más files, replican el modelo asiático de Corea transmitiendo sus monumentales ceremonias religiosas por medio de plataformas digitales, además de contar con casas de oración que rayan en la ostentosidad .
“En vos confiamos”
La campaña por el No en el plebiscito estuvo colmada de exageraciones, falacias y verdades a medias. Entre la avalancha de desinformación estuvo el ingrediente de la “ideología de género”, un concepto que recoge la teoría de que la identidad sexual y los roles de género no son una condición biológica, sino una construcción social. Y se volvió tendencia en el país cuando conocieron unos manuales sobre diversidad sexual con este enfoque, atribuidos al Ministerio de Educación.
Entonces los pastores cristianos corrieron el rumor que en los acuerdos de La Habana se promovía la llamada ideología de género, concepto que la Iglesia católica rechazó tajantemente. Por redes sociales y plataformas digitales como WhatsApp, se emitieron sendos mensajes como: “Sí este (Acuerdo de La Habana) se llega a aprobar, mucho de lo que ganamos con la libertad de culto en el pasado y más se perderá”.
También por WhatsApp circuló otro mensaje en cadena con el mismo enfoque: “En los acuerdos de La Habana, en el punto 82, se pactó el compromiso de establecer como política pública la ideología de género. Estos acuerdos serán elevados a norma supraconstitucional, es decir, serán inamovibles”.
La marcada oposición de la iglesia cristiana a las negociaciones en Cuba, campaña orientada por Uribe y Ordóñez, llevó al que el propio Papa Francisco tomara partido en el asunto, por lo que días previos a las elecciones, le dio un fuerte espaldarazo al Gobierno en su esfuerzo por alcanzar la paz, por lo que puso como condición para visitar a Colombia que se validaran los Acuerdos con las FARC con el Sí en el Plebiscito.
Entonces el Plebiscito por la Paz se convirtió en una especie de ‘guerra santa’, entre católicos que votaron por el Sí y algunos cristianos por el No. El apoyo del Papa Francisco al acuerdo de paz demostró que la iglesia Católica estuvo comprometida con el plebiscito mientras que los cristianos se unieron para aponerse.