Internacional
El triunfalismo político, que es primo hermano de la soberbia, la arrogancia y la vanidad, ha castigado fuertemente al Partido Centro Democrático

El triunfalismo político, que es primo hermano de la soberbia, la arrogancia y la vanidad, ha castigado fuertemente al Partido Centro Democrático, del ex presidente Álvaro Uribe Vélez, en el Senado y la Cámara de Representantes. Se equivocaron por desconocer la importante hoja de vida del ex magistrado del Consejo Superior de la Judicatura, Wilson Ruiz Orejuela, ganador del concurso de méritos que calificara la Universidad Industrial de Santander, por las aspiraciones, –legítimas pero equivocadas– de nuestro entrañable amigo José Félix Lafourie, que hasta el final insistió en quedarse como titular de la Contraloría General de la República, el principal botín burocrático del país.
Como en política, las equivocaciones se pagan, una nueva coalición liderada por el Partido liberal, con el partido Cambio Radical, el partido Social de Unidad Nacional (Partido de la U) del expresidente Juan Manuel Santos y con los congresistas conservadores, que se pegaron a última hora, traicionando al ex magistrado Wilson Ruiz, acabó con las ilusiones del «Uribismo», que ha pagado con creces sus equivocaciones.
Una segunda derrota sufrió el Partido Centro Democrático en la elección de los integrantes de las comisiones primeras de senado y cámara, donde quedaron en desventaja frente a otras corrientes políticas, porque sus aliados de la víspera cambiaron de fórmula y rompieron los acuerdos que inicialmente se habían hecho para la conformación de estas células legislativas. La reforma a la justicia, la reforma tributaria y la reforma política, que son en esencia los platos fuertes de esta legislatura, van a tener enormes dificultades de trámite.
El señor presidente Iván Duque Márquez va a tener enormes dificultades para el trámite de los proyectos de ley y de las reformas constitucionales por los errores políticos en la elección del nuevo contralor general de la república, el doctor Carlos Felipe Córdoba, activo militante del partido liberal que, junto con el fiscal liberal, Néstor Humberto Martínez Neira y el Procurador liberal, Fernando Carrillo Flórez, van a condicionar el trámite de las reformas a la defensa del programa liberal del excandidato presidencial Humberto de la Calle Lombana, derrotado en la primera vuelta con la más raquítica votación que haya tenido su partido en toda la historia.
En resumen, por cuenta del triunfalismo del partido Centro Democrático con la elección del Presidente Iván Duque Márquez, han tenido que entregarle a un partido político derrotado en las urnas, como ha sido el partido liberal, todos los organismos de control e investigación, incluida la Contraloría General y la Procuraduría General, además de la Fiscalía General, que le pertenece al partido Cambio Radical, y que en conjunto, dentro de esta insólita coalición, manejan alrededor de ochenta mil cargos públicos. Como quien dice, el partido Centro Democrático ganó la elección presidencial, pero perdió el poder por culpa de un equivocado manejo de las mayorías parlamentarias.
En la reciente historia política del país nunca se había visto un resultado más contundente en el manejo de las relaciones parlamentarias que el éxito logrado por el ex presidente César Gaviria Trujillo, tan vapuleado y criticado por sus propios correligionarios, bendecido ahora por la manzanilla de la victoria, que les permite ser llamados en cualquier momento a la mesa del príncipe para aumentar la glotonería burocrática, en detrimento de los «uribistas» y los conservadores, que se quedaron latiéndole a la luna en la elección del Contralor General de la República. El director del partido liberal, César Gaviria, de sentirse como bañado en agua de rosas, porque habiendo perdido las elecciones presidenciales con la peor derrota inferida en toda su historia, ha conquistado las mayorías parlamentarias, que pueden poner contra la pared al nuevo gobierno.