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En medio de tanta polarización se han destapado todas las pasiones en los seguidores de los candidatos, sobre todo de los más opcionados

En medio de tanta polarización se han destapado todas las pasiones en los seguidores de los candidatos, sobre todo de los más opcionados, en los equipos de trabajo y en los mismos aspirantes a la Presidencia de la República quienes aprovechan los escenarios de debate para lanzarse puyas al rojo vivo, acusaciones disonantes y hasta insultos velados disfrazados de bromas o tomadura de pelo.

Nunca antes, en Colombia, se habían presentado antesalas tan cargadas de artillería pesada para unas elecciones presidenciales como lo que se vive en el momento actual, cuando se acerca la fecha para la votación que entregará al nuevo inquilino de la Casa de Nariño.

Pero el peligro está en las tensiones que se generan entre los votantes que son bombardeados por todo tipo de ‘propaganda negra’ que se multiplica como olor a pólvora y se degenera la idea inicial hasta convertir una propuesta sesuda, inteligente y con probabilidades de aplicar y lograr resultados óptimos, en peligrosa y dañina para la sociedad colombiana.

Las descalificaciones constantes entre unos y otros candidatos envían un mensaje negativo a la juventud, que en esta oportunidad sí va a tener incidencia en la elección del próximo presidente, que al ver cómo se disputan con uñas y dientes el favor del voto, se hacen a la idea de que Colombia siempre ha estado gobernada por personas incapaces y que la tan cacareada democracia está pegada con babas.

Esa democracia, firme, fortificada, madura, estable e imperturbable, no se va a caer de la noche a la mañana como pregonan las aves de mal agüero, con el único interés de sacar réditos a base de amplificar ficciones y generar miedo para desestabilizar al país.

Este es el momento indicado para que quienes aspiran a administrar el Estado se encarguen de enviar señales firmes de confianza a los electores, porque las fabricas de noticias falsas están desbordadas y, sobre todo, el mayor peligro es que algunos medios informativos con relativa penetración en la comunidad, hacen eco de esa ilusoria transformación de noticias en favor de algún candidato para engordarlo a punta de encuestas y proyecciones amañadas.

Colombia está en el mejor momento para que sus políticos realicen y propongan programas que ayuden a solidificar la economía, lo social, la salud, la educación, el campo, la industria y otros frentes en los cuales se apuntala el desarrollo y desechar para siempre esa idea de que ‘todo tiempo pasado fue mejor’ y no hacer nada para forjar un futuro superior.

Nuestros mayores, los mismos que han elegido presidentes en los últimos cincuenta años, tienen que entregarle el relevo a la juventud, pero con verdades, con análisis, no con esas pasiones nacidas de la intolerancia y aferrados a colores políticos que ya no fungen como partidos, sino como miembros de grandes coaliciones, creadas justamente, para reforzar la estabilidad de la democracia.

El 29 de mayo, sea quien sea el ganador, o los elegidos para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, el país debe enarbolar y blandir las banderas de la madurez política y no caer en las incitaciones, hasta de personas extranjeras, que llaman a provocar caos y a atacar a los simpatizantes de los candidatos triunfadores. Ya cesó una horrible noche. No provoquemos muchas más.

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