Nacional
Entre la xenofobia y la compasión, Venezolanos

Por la carrera 27 y las principales vías de Bucaramanga, se ha venido presentando un fenómeno que va creciendo cada día más y son los limpiaparabrisas, personas principalmente de origen venezolano.
El trabajo informal en la ciudad es notable. Los conductores lo han notado de manera drástica al hacer sus paradas en los semáforos de la ciudad y ser abordados por personas que limpian parabrisas y venden dulces; fenómeno que se ha dado por la grave situación social del país vecino, la cual ha hecho que muchos lleguen a Bucaramanga en busca de mejores oportunidades.
Quienes se ubican en los semáforos son en su mayoría venezolanos entre los 17 y 30 años de edad. Estas personas buscan el pan y el techo del día a día ejerciendo esta labor. Hablando con EL FRENTE, ellos comentaban la difícil y humillante situación que pasan a diario; los insultos, los pocos pesos y las rivalidades, incluso con sus mismos compatriotas.
Casi siempre, en las esquinas se concentran cerca de 10 inmigrantes que hacen lo mismo; disparar un chorro de agua para limpiar el vidrio de los carros, y con ello obtener a cambio una moneda.
Sin embargo, esto se ha vuelto muy molesto para algunos conductores de la ciudad por varios motivos.
“En algunos casos utilizan agua sucia, y a veces si uno no les da una moneda te pueden rayar el parabrisas. También se han encontrado casos de delincuencia, lo que hace que las personas ya no confíen tanto en ellos. No son todos quienes hacen esto con mala intención, simplemente es la necesidad”, indicó una conductora.
La maniobra tarda cerca de 10 segundos y por ella reciben a cambio de $50 a $100 y, cuando esto sucede, la solidaridad con sus compañeros no les falta. “Tiramos la moneda, uno dice cara y el otro sello, y el que caiga se la lleva”, comentan los migrantes.
Al día se hacen un máximo de $20 mil, dinero que les alcanza para comida y estadía del día. Cuando tienen un poco más, lo guardan para poder ahorrar e ir a otra ciudad. Sin embargo, no es así con todos pues hay veces que quieren ir a otro punto y al llegar, hay otras personas ya en el lugar que les dicen que ese ya es “su territorio”.
“Al principio yo me venía bien vestido y no me daban real, entonces me empecé a venir mugriento y ahí sí me dieron”, cuenta uno de los venezolanos. Han escapado de Migración, la entidad que los requiere para verificar su estatus legal en el país. También los han querido golpear en casos de explícita xenofobia, incluso, ni las personas de su mismo país les han dado la mano, tal y como lo contó un venezolano, quien le saca tiempo al habitual movimiento de su brazo para contestar preguntas a esta periodista.
Para muchos bumangueses la presencia de los inmigrantes se ha convertida en una incómoda situación y requieren de una intervención, ya sea del Gobierno Nacional o entidades internacionales, que hasta el momento han hecho muchos anuncios, pero no han materializado las promesas.
El compromiso de las autoridades
Omar Ochoa, personero de Bucaramanga asegura que en la ciudad hay cerca de 60 mil venezolanos. Solo el 10% de estas personas están de manera legal y se comportan como una población flotante pues en el 90 por ciento de los casos los migrantes no se quedan en la ciudad: “Están de paso debido a que la ciudad es un lugar obligado para su viaje, por lo que la problemática es un fenómeno transversal en todas las ciudades del país”.
El funcionario afirmó que ni desde el departamento, ni desde el municipio hay recursos para atender este problema, aun así, estos han tratado de manejar el tema de salud y educación para estas personas pero es difícil ya que ellos solo pueden atender a personas que están legalmente en la ciudad, los cuales son minoría.
“Es un tema social muy complejo porque no podemos llegar, recoger y echarlos” mencionó Ochoa, refiriéndose al tema de expulsar o deportar a todos los venezolanos que se encuentren en la calle, pues una deportación no es de un día para otro y mientras se hace todo el trámite, muy seguramente estas personas ya están en otra ciudad. Además, que la oficina de migración tampoco tiene los recursos para llevar las personas hasta la frontera.
Desde el ministerio público se espera que este año se vuelva a realizar la actividad del año pasado, en la cual ofrecieron transporte para llevar a personas voluntariamente a la frontera. De igual manera, esperan la colaboración del Gobierno Nacional.
María Camila Díaz Laverde
Periodista / EL FRENTE