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Internacional

Francisco y nuestros curas

El Papa Francisco, que esta semana visita a Colombia, ha introducido apreciables cambios al Estado Vaticano y a la forma de conducir a la Iglesia Católica: sencillez, humildad y austeridad.

Desde que asumió el Papado, por ejemplo, desestimó como vivienda los lujos de las mansiones que habían usado sus antecesores y se fue a vivir a un apartamento común y corriente dentro de la llamada Casa de Santa Marta, adyacente a la Basílica de San Pedro, la cual se usa como residencia temporal de los cardenales electores durante los cónclaves.

Esa casa fue un lugar de asistencia para enfermos de cólera y durante la Segunda Guerra Mundial sirvió refugiar a prófugos judíos y a representantes de países que rompían relaciones diplomáticas con Italia. En uno de sus apartamentos vive Francisco.

Desde el 21 de noviembre de 2014, el Sumo Pontífice ordenó que los sacerdotes no deben cobrar por la celebración de sacramentos como bautizos o matrimonios. Dijo entonces: “La Iglesia o las iglesias no pueden ser especuladoras, porque la salvación es gratuita».

Por eso llama la atención la actitud de numerosos sacerdotes y jerarcas católicos de Colombia que no siguen los postulados del Papa Francisco. Todos quieren estar y aparecer al lado de la figura física del Sumo Pontífice, pero no quieren acatar sus mandatos.
Nuestros obispos y arzobispos residen en costosas construcciones y mansiones en las grandes ciudades. Y en los medianos y pequeños municipios, los curas párrocos siempre viven en la mejor casa del pueblo, llamada la “casa cural”, construida con dineros de la comunidad. Los feligreses pueden morar en tugurios de latas y cartones, pero la mejor, la más grande y la más cómoda vivienda del pueblo siempre es “la casa cural”.

Y en cuanto a sacramentos como bautizos y matrimonios, los sacerdotes en Colombia los siguen cobrando con tarifas que en algunos casos van desde 100 mil hasta 800 mil pesos por cada uno. Si los interesados no tienen dinero, no pueden acceder a estos actos litúrgicos.

Francisco ha predicado: «Hay dos cosas que el pueblo de Dios no puede perdonar: a un sacerdote apegado al dinero y a un sacerdote que maltrata a la gente». Y también ha señalado: “Es imposible perdonar cuando la casa de Dios se convierte en una casa de negocios».

Ojalá esta visita pastoral del Obispo de Roma a Colombia no solo sirva para que nuestros curas y jerarcas católicos se tomen “selfies” a su lado, sino también para que acaten y apliquen sus mandatos: sencillez, humildad y austeridad.

 

     Por: Héctor Gómez Kabariq

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