“Es costumbre del villano, tirar la piedra y esconder la mano.” Refranero español. La sola enunciación del epígrafe (que también da título a la columna de hoy), es suficiente para retratar de cuerpo entero a una clase de farsante: aquel que, para lavarse las manos y, así, eludir toda responsabilidad en el error o el delito en el que incurrió (siempre a sabiendas), busca que sea otro quien cargue donde tan solo busca fama de cualquier forma lo más triste del cuento es que tanta su mediocridad que como Judas se vende por un mandado que podría llevarlo a la cárcel…
La sola enunciación del epígrafe (que también da título a la columna de hoy), es suficiente para retratar de cuerpo entero a una clase de farsante: aquel que, para lavarse las manos y, así, eludir toda responsabilidad en el error o el delito en el que incurrió (siempre a sabiendas), busca que sea otro quien cargue con el descrédito de la contravención cometida por él donde piensa que muchos se van a seguir aguantado como el show montado por una Concejal diciendo que iba a actuar contra este personaje que piensa que la prensa se creó para desacreditar la gente y ganar unos centavos para sus propios vicios además de calmar el hambre en su casa .
Exceso que puede ir desde un simple error hasta un brutal delito, pasando por el lanzamiento de una falsa acusación, la creación de una querella, etc. Gradualidad ésta que al embaucador poco importa, pues su impostura obedece a su actitud de santurrón que nunca “quiebra un plato”, pero que es capaz de romper toda la vajilla. Vale decir, posa de ciudadano ejemplar, pero en realidad, no es más que un redomado villano, usado por todos creyéndose que eso es ser el mejor donde a la hora de la verdad no sale de su casa de cartón.
Su accionar se puede dividir en dos fases: la primera, tirar la piedra; o sea, cometer la fechoría (u ordenar cometerla, pues hasta cobarde es). La segunda etapa de su condición de hipócrita, consiste en esconder la mano, es decir, agazaparse, desaparecer toda evidencia de su injerencia en el hecho atroz, dejando señas o indicios que involucren a otro: un contrincante del falaz embaucador o uno de sus lacayos.
Muchas veces, estos farsantes adultos, cuando eran niños tocaban el timbre de la puerta de cualquier vecino y salían corriendo, para que fuera culpado el primer inocente que estuviera cerca.
Como ya se dijo, esta actitud de tirar la piedra y esconder la mano, no es más que una forma de cobardía que, si no pasara de la trastada infantil de tocar el timbre, para luego correr, no traería mayores consecuencias que la de un regaño y, antaño (quizás), una oportuna reprimenda y hasta un buen pescozón.
Pero cuando este accionar hipócrita colinda con las fronteras del delito, las cosas toman otro cariz. Pues puede ser la libertad de un inocente la que se ponga en riesgo. O un proceso de reconciliación el que haya que tirar por la borda. Recordemos el autosecuestro de un señor feudal de Cauca, cuando las conversaciones de Tlaxcala, allá a principios de 1992 , donde termino el lleno de problemas.
O, cuantas veces, la Mano Negra ha metido sus extremidades para cometer todo tipo de fechorías (asesinatos, secuestros, bombardeos, asaltos a guarniciones militares o de policía, etc.), todo para culpar a los grupos alzados en armas y segar, así, toda aproximación al diálogo.
De ahí que no es posible taparse los ojos para no ver lo que pasaría si los villanos nuevamente se salen con la suya. Ni poner oídos sordos a tanta infamia, cuyos efectos pueden ser ruinosas, como la bola de nieve que crece y arrasa todo a su paso, es tanto así que hasta de la gerencia de ente descentralizado, salió la misma orden para que borrara dicha calumnia pruebas que ya tienen los entes judiciales donde podría amargarse el diciembre en lugar donde no le llevaran la cena navideña, así como aquellos que con frases de cajo porque somos así , se olvidan que tienen un pasado oscuro que sus mismos colegas lo sacan a relucir cada vez que se dan cuenta de su apoyo al tirador de piedra reconocido .
La mayor aflicción la produce el hecho de saber que los motivos del cobarde villano están relacionados con su codicia, pues es su afán de atesorar el que lo concita a tirar la piedra y esconder la mano, ya que sabe que así aumenta su poder y acrecienta su caudillismo donde en realidad vuelve más poderoso a aquel que trata de golpear porque el patrón de turno , le entrega las monedas lavándose la manos pero el villano tirapiedras recibirá el verdadero castigo , es tanta la situación que su maestro, aquel padre putativo se salió de su propio chat , al ver que ya ni el puede manejar a semejante engendro que creo para que ganara unos centavos y pudiera llevar la remesa a la casa.
Por eso, se necesita, lo más pronto posible, un acuerdo que permita el armisticio con las politiqueros y luego con el candidatos de turno al congreso , el nenecos , campesinos gomelos, aguatero y demás cuerpos subversivos expertos en crear cizaña tan solo buscando dañar la gente sin importar como y mucho menos cuando . Antes de que los bribones de siempre tiren la piedra y escondan la mano y el cese bilateral del fuego se vaya al traste, y los pobres vuelvan a poner los conflitos de lado y lado.
Lo dijo Heródoto, el historiador griego: “Ningún hombre es tan imbécil como para desear la guerra y no la paz; pues en la paz los hijos llevan a sus padres al sepulcro, en la guerra son los padres quienes llevan a los hijos a la tumba”, cuando aprenderá que lo único que hacen cada vez que tiran esas piedras tan solo logran es que pueda haber un acto de violencia tornando con la muerte de aquel que golpea con sus infamias.
Más bien es el momento , de investigar donde está el supuesto , el cual puede ser verdadero Violador, que se escuda en una oficina , diciendo que es capaz de controlar lo propio Interno de una institucion , no facil deshojar una Margarita donde llevara Rios de verdades a la Justicia.