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Hay que Reducir el Número de Organizaciones Electorales en Colombia, que Representen la Voluntad de la Nación y así acabar con tanto Aval de “Garaje”

Una mala herencia de la Constitución Política de 1991 fue la excesiva apertura de puertas y ventanas a toda clase de gavillas que quisieron organizarse para crear nuevos partidos políticos en Colombia, para erosionar el poder de los partidos históricos, que fueron los pilares del ordenamiento jurídico. Fue tan grave la falsa apertura democrática, que un año siguiente a la promulgación de la ‘Ley de Leyes’, de la nueva carta de derechos constitucionales, habían creado en el país setenta y cuatro (74) organizaciones electorales, la mayoría de ellas convertidas en empresas familiares para cobrar los subsidios oficiales destinados a la financiación de las elecciones.
Sin ninguna exigencia sobre el número de afiliados o correligionarios, nacieron las nuevas agrupaciones electorales, como empresas privadas, dedicadas a saquear los caudales electorales de los partidos históricos. Era curioso ver el desfile de los propietarios de los llamados ‘Partidos empresariales’, comprando concejales, prometiendo el cambio institucional y hasta el paraíso terrenal.
En la última reforma política aprobada hace varios años, con fundamento en la Constitución de 1991, se estableció que los partidos políticos debían acreditar un potencial de sufragantes equivalente al dos por ciento (2%) de la votación nacional. En las primeras de cambio desaparecieron muchas organizaciones electorales que se habían creado en el país como empresas comerciales, algunas de las cuales, de dudosa ortografía y procedencia, volvieron a aparecer en la última jornada electoral, vendiendo avales para candidatos a los cargos de elección popular, aprovechando la ignorancia y la estupidez de muchos colombianos, que cada cuatro años cambian de partido político como cambiarse de ropa.
Las grandes catedrales de la democracia en Colombia han sido los partidos históricos. Primero los conservadores, cuya doctrina promulgaron Mariano Ospina Rodríguez, expresidente de la república y José Eusebio Caro, quienes capitalizaron el pensamiento de ‘libertad y orden’, que está inscrito en el Escudo de la Patria, recogiendo los mensajes del Libertador Simón Bolívar. Y luego crearon el partido liberal, siguiendo la línea de pensamiento del General Francisco de Paula Santander, héroe de la patria, a quien se le denomina con el apelativo del ‘Padre de las Leyes’.
El encargado de hacerlo fue José Ezequiel Rojas en 1848. Inicialmente de tendencia liberal clásica y posteriormente social demócrata, se fue transformando con los años en un partido de poder institucional al haber llegado a un acuerdo con el partido conservador para gobernar el país conjuntamente durante 16 años con la alternación en el poder dentro de la figura del Frente Nacional.
El Partido Conservador Colombiano es un partido político muy antiguo y tradicional de Colombia. Fue instituido formalmente el 5 de octubre de 1849 por Mariano Ospina Rodríguez y José Eusebio Caro. Inicialmente fue fundado con el objetivo de proteger las tradiciones sociales y religiosas, abolir la esclavitud (hasta la emancipación total tras la guerra civil de 1851) además de promover el proteccionismo económico.
El Partido Conservador, junto con el Partido Liberal, dominó el escenario político colombiano desde 1848 hasta el 2002, año en que asciende al poder el disidente liberal, con pensamiento de derechista, Álvaro Uribe Vélez.
A mediados del siglo Veinte, ambos partidos históricos establecieron el Frente Nacional, tras deponer el dictador Gustavo Rojas Pinilla; un pacto donde acordaron turnarse los períodos presidenciales por 16 años (1958-1974).
Para combatir el desorden político y la anarquía que se ha apoderado del país, es necesario reducir el mapa electoral a cinco (5) u ocho (8) partidos políticos reconocidos por el Consejo Nacional electoral, para que la voluntad popular tenga fuerza en los escenarios democráticos de la nación.
Con catorce (14) partidos políticos que hoy tiene Colombia, es imposible comprometer a las bancadas parlamentarias en la aplicación de un programa de gobierno. En otras palabras, para que haya gobernabilidad, hay que reducir el número de organizaciones electorales en Colombia.
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