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Joven indígena brasilero. Una fotografía de un indígena cargando a su padre sobre su espalda para ir a vacunarse contra el coronavirus

Joven indígena brasilero. Una fotografía de un indígena cargando a su padre sobre su espalda para ir a vacunarse contra el coronavirus llamó la atención de miles de personas en Brasil en las redes sociales.
El joven caminó durante horas por el bosque, por un camino con cerros, arroyos y otros obstáculos hasta llegar a la base del equipo de salud en la región. La imagen muestra a Tawy Zó´é, de 24 años, luchando por cargar a Wahu Zó´é, de 67.
La escena conmovió al médico Erik Jennings Simões, quien registró el momento en una fotografía. Para el profesional de la salud, el compromiso del joven indígena de inmunizar a su padre fue uno de los momentos más destacables ha presenciado.
El pueblo indígena zó´é habita en unas 669.000 hectáreas en el estado de Pará, en el norte de Brasil, cerca del río Amazonas, en un área de selva considerada altamente preservada y con una enorme biodiversidad.
Según los agentes de salud que trabajan en la región, la población zó´é está compuesta por unos 325 indígenas que viven dispersos por el territorio en más de 50 caseríos. A lo largo del año, suelen trasladarse a diferentes lugares de la zona en la que viven.
Desde el inicio de la pandemia, según datos oficiales, el pueblo no ha registrado ningún caso de Covid-19. Es una realidad diferente al contexto general de la pandemia entre los indígenas de todo el país.
Estrategia del pueblo indígena
Al inicio de la pandemia, según el médico, el pueblo zó´é creó una estrategia para evitar que la Covid-19 se propagara en su zona. “Estaban divididos en grupos de aproximadamente 18 familias, aislados en los pueblos más alejados y evitando cualquier tipo de contacto con el equipo de salud”, explica el médico.
“Adoptaron una estrategia de no cruzarse entre ellos y evitaron el acercamiento con los blancos. Es una táctica milenaria para evitar una pandemia, decidida e iniciada por ellos mismos”, comentó el galeno.
La llegada del hijo cargando a su padre a la espalda conmovió a Erik y a los demás profesionales de la salud. “Fue una escena muy bonita, de la relación amorosa entre ellos”, relata el médico. Erik estima que padre e hijo tardaron de cinco a seis horas a través del bosque en llegar al sitio de inmunización.
Poco después de ser vacunado, Tawy volvió a poner a su padre sobre su espalda y se dirigió hacia el bosque. Dijo que no podía tardar mucho, ya que tenía que llegar al pueblo antes del anochecer.
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