Cuando en Colombia inició la pandemia generada por el coronavirus, muchos que posaron de eruditos al solicitar medidas de confinamiento, aislamiento y hasta de destierro para los extranjeros recién llegados al país, le apuntaron a sus intereses, pero nunca dimensionaron el cataclismo que se le venía encima a la economía, a los empresarios, a los campesinos y a los trabajadores colombianos.
La última cifra sobre el desempleo en Colombia, que corresponde al mes de mayo, tres meses mal contados desde que inició el confinamiento obligatorio, deja un nefasto 21,4 por ciento, según los datos develados este martes por el Departamento Nacional de Estadística, Dane.
Desde la Presidencia de la República se anunciaron un montón de normas y de alivios para que se conservaran la mayor cantidad de empleos, pero los bancos le cerraron la puerta a los más desprovistos, endurecieron sus tramites y se dispusieron a salvar el pellejo por encima de las necesidades de las empresas, su producción y sus trabajadores.
El empleo se fua al abismo en Colombia y estamos seguros que las cifras de junio serán aún más desalentadoras y devastadoras con unos siete millones y medio de colombianos desempleados.
El sector bancario se ha mostrado indolente con el 90% de los empresarios y les hace el quite a las disposiciones del gobierno y a algunos productores, distribuidores o trabajadores, a quienes les han apretado el lazo y en lugar de soluciones, los acosan para que paguen cuotas, en medio de la pandemia, cuando los ingresos económicos y el flujo de dinero está en sus expresiones mínimas.
Aquello de refinanciación, de facilidades, de extensión de créditos, de condonación de interese, y de tantas normas, sólo ha quedado en el papel porque no hay quién supervise y las entidades de control anuncian investigaciones que también se quedan en eso, en un anuncio.
Todo esto denota que apenas vemos asomar la punta del iceberg y que la mole que está debajo del agua será de consecuencias impredecibles porque, no sólo se destruirán empleos, sino también familias acosadas por la pobreza, las necesidades y las deudas.
El Banco de la República rebajó, también este martes, las tasas de interés en 0,25 puntos. Otra medida en medio de la crisis cuando nadie está dispuesto a endeudarse porque el futuro es incierto, la opción de crear empresa, de reactivar las existentes y de equilibrar la economía, es lejana, incierta, peligrosa y sin garantías.
Los gremios económicos que aglutinan a los productores del país, tienen al frente una tarea ardua, y hasta temeraria, y es la de convencer al Gobierno y a los bancos que la reactivación sólo tendrá un equilibrio y una recuperación si existe el flujo de dinero, créditos blandos, reducción de intereses, eliminación de trámites, refinanciación y renegociación de las deudas y condiciones asequibles, para los empresarios y todos los frentes generadores de empleo.
Sólo así se podrá volver en a poner en acción a esa enorme tropa de siete millones de persona que quedaron desempleadas en estos meses y poner en marcha las industrias que están detenidas y volver a comerciar los productos que dejaron de ser de primera necesidad.
Todos tenemos claro que nos enfrentaremos a una recuperación económica que no debe ser a cuenta gotas, pero si tener un norte definido y objetivos específicos porque el andamio económico ya colapsó y repararlo exige tino y aciertos, de lo contrario, la crisis que se avecina será de proporciones incalculables y las necesidades y la hambruna pueden desencadenar un conflicto social apocalíptico.