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Las pautas que marcarán este 2019 : Polarización, corrupción y narcotráfico

Aquellos buenos propósitos que se hacen cada cambio de calendario y que muchos prometen cuando se tragan las 12 uvas, quedan desechados cuando tienen que empezar a cumplir compromisos de campaña, órdenes superiores o no les aprueban los presupuestos para llegar a lo que se han comprometido.
Este 2019 promete ser un año movido en todos los frentes de la dinámica del país y es que, desde ya, están en el partidor las Elecciones Corporativas que serán el próximo domingo 27 de octubre y con un país polarizado al máximo y con candidatos, ya no con pensamiento de partidos políticos, con programas de gobierno y con agendas propias, sino con posturas de administradores de finca, esa contienda electoral promete estar entretenida, cargada de hechos anecdóticos y hasta risibles.
La polarización hace que el miedo, el radicalismo, las descalificaciones, las noticias falsas, las cortinas de humo y las amenazas sean el pan de cada día y, pese a esas nefastas circunstancias, Colombia aún tiene radio de acción para no desmoronarse y caer en una debacle que lo convierta en un Estado fallido por culpa de una sociedad que se llenó de odio y que ha hecho de la confrontación, su mejor manera de no hacer nada.
A eso le sumamos la rampante corrupción que se apoderó de todos los estamentos del poder público, económico y de justicia y que se desbordó de toda lógica, porque son cada vez más los comprometidos con sobornos, coimas y contratos que han movido miles de millones de dólares, y sólo se han condenado mandos de quinta, mientras las cabezas de esos entramados se han convertido en intocables.
Ese mensaje que se le envía al mundo sobre que en Colombia la corrupción no se castiga, sino que se premia, debe empezar a borrarse con ejemplos drásticos, contundentes y dicientes.
El primero que debe entregar su cargo es el Fiscal General Néstor Humberto Martínez y ponerse a disposición de la justicia para que sea investigado sobre el caso Odebrecht, por si él tiene o no, injerencia directa o indirecta en este bochornoso caso.
Quien nada debe, nada teme y por su cargo, debe ser el primero en enarbolar las banderas de la ética y de la moral y hacerse a un lado para que no se obstaculicen las investigaciones. Pero con lo actuado, hasta ahora, queda el tufillo de que de ética y moral, Néstor Humberto Martínez, no tiene el menor conocimiento.
En medio de este oscuro panorama, aún queda la esperanza de que con el Gobierno Duque se empiecen a arrancar de raíz esas prácticas corruptas que empezaron con el cambio de tamales por votos y llegaron a convertirse en espeluznantes danzas de dólares que intercambian de bolsillos, de acuerdo con el favor que se necesite.
También este año nuevo espera que la política de erradicación de cultivos ilícitos, la destrucción de cocinas de base y cristalizaderos de coca se den en una proporción más allá de las metas que se han propuesto las autoridades y que, de las más de 200.000 hectáreas que están sembradas, se erradiquen proporciones reales que lleven a la cifra de reducir esos cultivos al 50 por ciento en el año 2023.
Es en este punto de partida en el cual hay que afirmarse para lograr que el narcotráfico no siga como el padre de todos las males en Colombia y que las autoridades empiecen a ofrecer resultados contundentes en la destrucción de todos los derivados del narcotráfico, desde sus cultivos, hasta la captura de narcotraficantes poderosos, pero no de esos que están en los cultivos y en los cristalizaderos, sino de esos que posan de decentes y se mueven en las altas esferas nacionales y mundiales, protegidos por laxas leyes y por su alto poder de permear y corromper los estamentos políticos y de justicia del país.
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