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Los ciudadanos tienen la necesidad de andar armados para protegerse del clima de inseguridad que padece Colombia., «JUSTICIA POR SUS PROPIAS MANOS»

La muerte de tres atracadores a manos de un médico en el barrio Santa Bárbara, de la ciudad de Bogotá, provocó una reacción en cadena de todo el país, contra las bandas criminales que se han multiplicado en las grandes ciudades como consecuencia de fenómenos sociales que han multiplicado la inseguridad.
El médico, que había sufrido en otras oportunidades el maltrato callejero, había tomado la decisión de andar armado, con una pistola nueve milímetros, amparada por salvoconducto expedido por autoridades militares.
La reacción del profesional de la medicina contra el trio de antisociales, que pasaron a mejor vida en una noche fría de la capital de la república, despertó del marasmo y de la atonía a la nación entera, donde la gente se dispuso a realizar justicia por su propia mano, dada la incompetencia de los fiscales y jueces de la república para colocar tras las rejas a millares de atracadores que invaden las ciudades y que han provocado el malestar nacional. La justicia en Colombia es tan débil, que el médico, autor de este triple homicidio, debería ser contratado para dictar clases de defensa personal en los cuarteles de policía y del ejército.
La afirmación de que la policía captura a los ladrones y atracadores, para que los fiscales y jueces los pongan en libertad por falta de pruebas o por equivocaciones en el procedimiento de la detención, ha hecho carrera en el país y ha puesto en alerta a los ciudadanos, para defenderse.
Se acabó la cobardía de la gente para enfrentar a los rufianes que asechan a las puertas de las entidades financieras con el fin de identificar a sus posibles víctimas. El derecho a la legítima defensa está consagrado en el ordenamiento jurídico.
A menos de una semana de los hechos en los cuales un médico dio de baja a tres antisociales, un ex policía en Bucaramanga, víctima de atraco en el barrio La Paz de Floridablanca, donde resultó herido por dos rufianes que se movilizaban en motocicleta, despachó para los infiernos a quienes quisieron despojarlo de diez millones de pesos, que acababa de retirar de una agencia bancaria. El ex policía fue internado en una clínica de la institución junto con su esposa, igualmente herida en este lance.
En la noche del miércoles un industrial de la madera, que se encontraba en su taller de carpintería en la ciudad de Manizales, tuvo que enfrentarse a otros dos atracadores, que pretendían llevarse las herramientas de su taller de ebanistería.
El intruso que asaltaba el negocio fue despachado hacia la eternidad. Horas después, en la mañana de este jueves, la reacción contra otra banda de atracadores se produjo en la ciudad de Medellín, donde la gente también está dispuesta a liquidar a los ladrones y atracadores, que hacen invivible las zonas periféricas de las grandes ciudades.
En Colombia, 380.000 colombianos han tenido que armarse para enfrentarse a los pistoleros que están en asechanza de día y de noche, causando enorme daño a los ciudadanos que buscan la protección de las autoridades civiles, militares y de policía, pero lamentablemente los fiscales y jueces, encargados de interpretar las leyes penales de la república y aplicarlas con el debido rigor, actúan con supina condescendencia y misericordia, como si viviéramos en un país de ángeles, por lo cual los ciudadanos tienen la necesidad de andar armados para protegerse del clima de inseguridad que padece Colombia.
Las estadísticas sobre atracos en Bogotá, Popayán ,  Bucaramanga, Cali, Medellín, Cúcuta, Barrancabermeja, Valledupar y Barranquilla obligan al gobierno nacional a modificar la legislación penal, para que en estos casos se aplique pronta y cumplida justicia.
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