Algunos liberales recalcitrantes, como el exprocurador Alfonso Gómez Méndez se le vinieron lance en ristre al comandante del ejército, señor General Eduardo Enrique Zapateiro Altamiranda, por haber defendido con honor y dignidad a sus oficiales, suboficiales y soldados que, en cumplimiento de su deber constitucional, arriesgan sus vidas para defender a todos los colombianos. Zapateiro se salió de casillas cuando el senador y aspirante a la presidencia de la República, Gustavo Petro Urrego, lo increpó por haber intervenido en una polémica donde Petro lanzó juicios temerarios contra miembros de la fuerza pública, que habrían mantenido acuerdos secretos con los criminales del narcotráfico, pertenecientes al denominado ‘Clan del Golfo’.
Conociendo al señor General Zapateiro Altamiranda, que fue comandante de la Quinta Brigada en Bucaramanga y que ha sido implacable en defensa de la moral del ejército, era obvio que el alto oficial reaccionara contra la agresión verbal de que hace gala en forma permanente el senador Gustavo Petro contra los miembros de la fuerza pública, una especie de ojeriza que le viene desde la época en que, a nombre de las guerrillas del Movimiento Diecinueve de abril (M-19), empuñó las armas como cualquier terrorista para agredir a la institucionalidad.
Los militares deben ser neutrales en materia política, según dispone la Constitución Nacional de Colombia, pero no pueden ser indiferentes cuando ellos y sus familias tienen derecho a pensar y opinar por la suerte de la nación. El derecho a réplica, que está consagrado en la ‘Ley de Prensa’, también aplica para los comandantes de la fuerza pública que han sido difamados y vituperados cuando se trata de rechazar los insultos que provienen de la turbamulta callejera o de cualquiera otra persona que irrespete a las autoridades legítimamente constituidas.
Zapateiro ha luchado por la purificación del Ejército de Colombia, aplicando el ‘Poder Discrecional’, que respalda las decisiones de la cúpula militar para retirar del servicio activo a quienes hayan violado los valores éticos de las fuerzas militares. La semana pasada, los terroristas del Clan del Golfo asesinaron en emboscada a varios soldados profesionales en el departamento de Antioquia y apenas unas pocas voces de esta nación se atrevieron a condenar los hechos violentos. El señor Presidente de la República, Iván Duque Márquez, en su condición de ‘Comandante en Jefe’ de las fuerzas militares y de policía, rechazó la emboscada criminal en la que murieron siete (7) soldados de la patria. Lo propio hicieron los miembros de la cúpula militar, como era su obligación y su derecho.
Durante la gestión del General Zapateiro han rodado cabezas de altos oficiales y se ha mantenido en alto la moral de las tropas. La violencia terrorista de las guerrillas del ELN, de las disidencias de las FARC, de los narcotraficantes del Clan del Golfo y de otros grupos residuales, ha encontrado una respuesta militar oportuna y efectiva en todas las regiones del país. A los comandantes de las Fuerzas Militares les están haciendo un seguimiento ético, porque son muchos los enemigos en la sombra, que desde el parlamento colombiano y desde otras trincheras políticas de extrema izquierda, pretenden enlodar el buen nombre de los héroes de la patria. El país cierra filas alrededor de las fuerzas militares y de policía, en momentos en que la democracia colombiana se encuentra en estado agonizante, ante la complacencia de los enemigos de la patria que ya cuentan con más de cuarenta (40) curules en el Congreso de la República