Todos los días aparecen gruesos nubarrones en los cielos de Colombia y en el territorio nacional, no solamente por la tragedia del invierno que ha sido excesivo este año, sino por la cascada de nuevos impuestos acordados anoche entre las bancadas parlamentarias que respaldan el nuevo reparto del derecho a la propiedad, anunciado en su campaña electoral por el presidente izquierdista y populista Gustavo Petro Urrego.
Entre las medidas extorsivas aprobadas por la ‘gran coalición’ de los congresistas del Pacto Histórico (Partido Comunista y partido Verde), del Partido Liberal, del Partido Conservador, del partido Comunista y del partido de los Comunes, que representan a los desmovilizados de las guerrillas de las FARC, se ha establecido un maridaje para aprobar los nuevos impuestos al patrimonio y a las rentas derivadas de inversiones legítimamente constituidas y declaradas.
Son determinaciones que estimularán el ocultamiento de las grandes fortunas y la evasión fiscal, muy a pesar de que en la misma ley tributaria se diga que los evasores de impuestos en mayor proporción serán sancionados con penas de prisión, que a la postre se convertirán en un canto a la bandera.
Ahora vendrán los genios de la coalición ‘petrista’ a cobrar dividendos electorales, por haber castigado a los ricos con una nueva y escandalosa tributación, que acelerará la devaluación del peso colombiano, con enorme daño al sector productivo, cuando en realidad se trata de nuevas rentas para incrementar el ocio de los oportunistas y tira-piedras que apoyaron a Gustavo Petro en los desórdenes promovidos por el denominado ‘Pacto histórico’ y por los sindicatos de la Central Unitaria de Trabajadores en el paro nacional indefinido que paralizó al país el año pasado.
La anciana ministra de Agricultura, Cecilia López Montalvo, apareció en el escenario del debate de la nueva legislación tributaria, justificando la cascada de impuestos que crucifica a los empresarios y a los propietarios de medianas y pequeñas empresas, que deben levantarse cada día y cada mes con el credo en la boca, esperando que mejoren las circunstancias económicas del país. La reforma tributaria es el acelerador de la devaluación del peso colombiano, que ha perdido su poder adquisitivo en mayor proporción desde que el país conoció los resultados de la reciente elección presidencial.
Las cifras estadísticas sobre inseguridad y desocupación continuarán aumentando el año entrante, con el tremendo desempleo que se vendrá por estas infortunadas determinaciones del gobierno nacional de Gustavo Petro, en manguala con los obsecuentes parlamentarios que le han dado su aprobación a este engendro jurídico.
Y se preguntarán como hace el ciudadano del común y especialmente las amas de casa, cuando salen a las plazas de mercado a conseguir los alimentos y llenar la canasta familiar, cada vez más raquítica y más costosa.
En el trámite de la ley de reforma tributaria los congresistas de Colombia, a iniciativa del gobierno, decidieron premiar el ocio y la vagancia. A los vagos les van a pagar subsidios sin ir a trabajar, porque lo que se están creando y se van a crear son las ‘milicias petristas’ para prolongar por veinte años la presencia del Presidente Gustavo Petro en el poder.