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‘Los que se Roban la Plata de la Salud Son verdaderas Ratas de alcantarilla’

La contundente expresión del señor Presidente de la República, Iván Duque Márquez, contra los ladrones de cuello blanco que han hecho ferias con los dineros destinados a las ‘ayudas humanitarias’ en esta época de pandemia, coloca en la picota pública a los alcaldes de varios municipios de Colombia que compraron cargamentos de productos de consumo doméstico, con sobreprecios por encima de los estipulados en la oferta comercial.
Entre las alcaldías que aparecen investigadas por la Fiscalía General de la Nación figuran algunos municipios de nuestra patria donde los alcaldes encontraron la oportunidad de favorecer a sus amigos y entregarles unos contratos, tipo ‘sastre’, amarrados a sus intereses personales para un alegre reparto de las utilidades económicas, comprometiendo la conducta de personas que han convertido la actividad política y administrativa en una oportunidad para hacer negocios.
Es el precio de la democracia comprada que heredamos de la nueva Constitución Política de 1991, que les dio vida a las candidaturas unipersonales en cuyas campañas se comprometen los presupuestos nacionales, departamentales y municipales como un botín de la contratación oficial.
Cuando los partidos políticos eran como el lino inconsútil de una sola bandera y de un solo programa de gobierno, había políticos honrados y funcionarios inmaculados, que le daban majestad al ejercicio de la administración pública.
La coyuntura de la pandemia universal, que tiró al suelo a todos los monarcas, reyes y jefes de estado, convertidos en figuras de cera que se derriten a la luz del sol, derrotados por el bicho invisible de una molécula que destruye la vida humana, despertó la codicia de los funcionarios públicos que manejan los presupuestos oficiales y abrió la posibilidad de pagar favores políticos para enjugar los elevados costos económicos de la pasada campaña electoral.
‘Ratas de alcantarilla’ por toda la geografía nacional donde se trafica con el hambre y la miseria del pueblo. En la gobernación del Atlántico, funcionarios subalternos aprovecharon la circunstancia de la peste universal para otorgar contratos de abastecimiento de víveres y abarrotes por suma cercana a los diecisiete mil millones de pesos, en ‘ayudas humanitarias’ que se repartieron en Barranquilla, Soledad, Sabanalarga y otros municipios de este departamento, donde todo se compra y todo se vende, como lo ha denunciado la exparlamentaria conservadora Aida Merlano, que se halla prófuga de la justicia, después de haberse convertido en el chivo expiatorio de toda la corruptela electoral.