Internacional
Mi amado Timbio, mi Pueblo Crece y se nos Vuelve Ciudad

Todo asentamiento humano contiene una serie de características específicas que lo definen como tal, como son la geografía, la historia, la economía, la política, tradiciones y costumbres etc. que todas juntas configuran su cultura, su identidad de pueblo, de comunidad.
Este concepto no es estático, sino dinámico, está expuesto a las múltiples influencias tanto internas como externas de cambio, en virtud de sus propias interacciones.
La identidad de un pueblo por tanto no se puede definir como esencia, sino como proceso, algo que está siempre en construcción.
Existen otros factores que condicionan la identidad como son los desastres naturales (un terremoto, un incendio, un plaga), la escasez de recursos (malas cosechas, falta de agua, agotamiento de los recursos) el cambio político por vías democráticas o violentas (golpe de Estado, guerra) o económicos la instalación de una gran industria o el crecimiento urbanístico.
Los cambios que afectan a la identidad de un pueblo pueden ser de diverso tipo evolutivo y pueden ser sincrónicos (en un momento dado) o diacrónicos (a lo largo del tiempo). Podemos afirmar por tanto que existe por lo general una fuerte relación en el desarrollo de la identidad entre fenómenos exógenos y sincrónicos y fenómenos endógenos y diacrónicos.
Es decir, los cambios que se producen en una comunidad son más rápidos y en un momento dado generalmente cuando son provocados por agentes externos y más lentos y a lo largo del tiempo cuando tienen su origen en la propia comunidad.
También hay que considerar la identidad como una asimilación de valores y pautas de acción que adoptan las personas y que los asumen como propios, no como resultado de una denominación de origen o toponimia, sino como conciencia de pertenencia a dicha comunidad.
En este sentido la identidad de un pueblo es un gran dinamizador de fuerzas en interacción empujando o frenando en distintas direcciones, en una relación dialéctica desde el interior y con el exterior que son las que van conformando la idea de conjunto, de sistema abierto y dinámico expuesto al juego de tensiones y conflictos, de intereses y expectativas que determinan la personalidad colectiva.
Hechas estas aclaraciones, la identidad no se pierde a pesar de los cambios, solo se transforma. Las personas siguen asumiendo su pertenencia a una comunidad determinada aunque esta haya cambiado totalmente. Este hecho no quiere decir que se produzca con la aceptación y conformidad de todos, muy al contrario como se dice anteriormente, muchas veces esos cambios son forzados y provocan el rechazo de parte de la población, aunque los asuman pacíficamente y con resignación.
Obviamente los cambios terminan por asimilarse y acaban incorporándose a la identidad colectiva aunque sea sin agrado.
En cualquier caso para la reflexión sobre la identidad comunitaria existen factores de interés generalmente económico que determinan la orientación de los cambios, en el que los sectores sociales más activos e influyentes inciden para que estos se produzcan.
Pero esto no quiere decir que sea lo ideal ni lo mejor para todos, es posible incluso que el cambio produzca mayores perjuicios que beneficios para la mayoría, pero esto ya es una cuestión de dinamización social comunitaria, de acceso a la información y de conciencia identitaria, para la conservación sin nostalgia de un pasado mejor, de una serie de aspectos que habían servido de señas de identidad y como resultado de procesos históricos labrados durante siglos. Aquí es donde la comunidad debe plantearse como definir su identidad y hasta donde aceptar los cambios.
No hay que negarlo estamos creciendo para bien y debemos recibir esto con buena cara no olvidando quiénes somos y el sentir de nuestra sangre , como aquella quinceañera que ya de zapatitos bajos se coloca tacones , así nos tocó a nosotros crecer , pero eso si que el progreso no haga perder la esencia de lo que somos