Mientras cinco millones de venezolanos recorren el mundo como parias, buscando trabajo y vivienda digna, como consecuencia del desastre económico del falso paraíso que les prometieron con la denominada Revolución Bolivariana, que ha sido la peor locura para la patria del libertador Simón Bolívar, cuyo desarrollo económico se detuvo en manos de la dictadura de Hugo Rafael Chávez Frías y Nicolás Maduro Moros, la gavilla criminal de estos bandidos que se tomaron el Palacio de Miraflores en Caracas, su capital, hipotecaron a Rusia su riqueza petrolera para adquirir la flota de guerra que emplazaron frente a la frontera con Colombia, en una actitud desafiante que pone en riesgo la soberanía de nuestro país.
Nicolás Maduro Moros ha sido declarado persona no grata en Colombia, por el origen espurio de su gobierno, que ha mantenido cerradas las fronteras entre los dos países durante siete años, luego de reconocer la comunidad internacional como presidente interino a Juan Fernando Guaidó Márquez, el joven presidente de la Asamblea Nacional de Diputados, que fue reconocido por más de cuarenta naciones democráticas del mundo.
La Guardia Venezolana, al servicio de la dictadura, ha sido cómplice de la presencia de grupos guerrilleros del ELN y de las disidencias de las FARC, cuyos bandidos ejercen control territorial en la zona fronteriza, en la región de El Catatumbo (Norte de Santander) y en algunos sectores del interior de Venezuela.
La complicidad del régimen venezolano con los gobiernos de Rusia. Irán, Cuba y Nicaragua, ha sido evidente a lo largo de estos veinte años de la dictadura chavista, donde cambiaron la relación de amistad con Colombia por la alianza comunista con Cuba, Nicaragua y Rusia, hipotecando al poderío ruso e iraní las rentas del petróleo, que eran la base de la economía venezolana.
Para aferrarse al poder, los agentes de la dictadura chavista crearon ejércitos de mercenarios, como las denominadas Milicias Bolivarianas que cometieron crímenes de lesa humanidad y el desplazamiento de cinco millones de venezolanos que abandonaron su país de origen, muchos de los cuales, alrededor de dos millones de venezolanos, tienen un estatus de protección del actual gobierno de Colombia.
La dictadura venezolana ha contado con la complicidad de las guerrillas colombianas del ELN y disidencias de las FARC, que se alojan en su territorio, convertidas en quinta columna para protegerle la espalda a Nicolás Maduro Moros y sus esbirros, que ahora son aliados del poderío ruso en Latinoamérica y que han puesto a su servicio los aviones de combate, los lanzamisiles de última generación y demás equipos bélicos en nueve batallones que han creado en la frontera con Colombia, con la intensión de invadir los antiguos territorios nacionales del Arauca, Vichada, Vaupés y Amazonas que pretenden reclamar como propios de la antigua conformación del vecino país.
Semejante locura hace parte de una propuesta del autodenominado Ejército de Liberación Nacional de Colombia, que hace cuarenta años pretendió constituir un nuevo país desde la cuenca del Rio Magdalena en Colombia hasta la cuenca del Lago de Maracaibo, donde científicos manejan la tesis según la cual las reservas petroleras que explota Venezuela le pertenecen a Colombia.
Con ese armamento sofisticado y suministrado por el presidente de Rusia, Vladimir Putin, estarían programando la invasión a Colombia y otros países del continente americano.