Hay un refrán que recoge lo que está pasando con las denuncias de Claudia López, senadora ‘verde’ que usa la estrategia del escándalo y la difamación para mantenerse vigente en medios. Se dice que cuando una persona habla de lo que no debe por falta de autoridad moral, pero a su vez de lo que habla es una cosa horrible que ella misma hace, se bautiza ese personaje jocosamente al llamarlo “tras de ladrón, bufón”.
Recientemente esa señora salió gritando en los pasillos del Congreso a un grupo de colegas que eran unos ladrones, que firmaban la asistencia en el Congreso pero que no entraban a las sesiones.
Los increpaba asediándolos con la indignación que a cualquiera nos daría por semejante acto. Medio país se lo creyó y máxime porque era una denuncia contra el Centro Democrático.
Resulta que cometió un grave error. Los congresistas del Centro Democrático son los más disciplinados tanto como bancada como a nivel personal en cuanto a la asistencia y participación en los debates. No lo digo yo, sino los encargados de esas mediciones como Congreso Visible y las casas encuestadoras.
Entonces el delito de robo al erario y engaño a los colombianos lo cometía ella, y trató de enlodar a otros, pero le salió el tiro por la culata. Con pruebas en mano, el Senador Alfredo Ramos Maya, quien amablemente la bautizó como la “gritona” demostró que ella se evadió de por lo menos 15 sesiones del Senado para ir a programas radiales o televisivos.
Es decir, cobrara nómina por las siete u ocho horas en promedio que demoran las plenarias pero ella se iba antecitos de las siete, es decir, entraba a las 4:00 pm., y corría hasta los estudios donde empezaba a grabar o salir en vivo a las 8:00 en punto.
Qué descaro, qué desfachatez preferir salir en un programa de radio a hablar mal de todos sus compañeros. Mientras por esos programas decía que el ‘uribismo’ se robaba la plata de los colombianos solo por no aprobarle proyectos a Santos, ella estaba cobrando como si estuviera sesionando. Si bien en esos programas no le pagan honorarios si recibía un lucro por publicidad y marketing al aparecer en horario triple AAA en programas 1A de política.
Hace unos días la escuchábamos aplaudir la ley que propone duras penas contra ausentistas del Congreso. Lo hacía con el cinismo de un asesino serial, a sabiendas que ella era una de las causantes del problema y que quedaría muy bien haciéndose pasar por la contraparte honesta. Es decir, tras que era la que cometía el delito, se ufanaba de adalid y acusaba a quienes por el contrario no tenían nada que ver.
Ha puesto el dedo en la llaga y metió la pata nuevamente. Unos la comparan con lo que hacía Carlos Moreno de Caro en pasadas legislaturas. Pero ella no le da la altura.
Otros pensábamos que sus denuncias protagónicas eran haciendo carrera para cuando Jorge Robledo se pensione, pero resultaron falsas.
No sabemos si es bipolar o que es lo que le pasa. Hace rato que no teníamos un personaje tan molesto como un ladrón y tan fatuo como un bufón al mismo tiempo y con investidura. Y aunque jurídicamente no le va a pasar nada -pues escaparse y de las sesiones para una Honorable Senadora no es punible
Manuel Mateus L, Politólogo U. Rosario – Victory Awards 2015