Nacional
No permitir que gobiernen los que no son tolerantes ni respetuosos con sus contradictores.

A Zygmunt Bauman se le atribuye la siguiente frase: “El diálogo real no es hablar con gente que piensa lo mismo que tú”. La religión y la política son los espacios donde más se acomoda esta frase, en los que, por regla general, nuestro ego y creencias personales son uno solo; persuadirnos de lo contrario, de lo que piensa el otro, es signo de debilidad, visto como falta de carácter, de principios, cuando en realidad es todo lo contrario.
Es lo que pasa cuando, digamos, alguien renuncia a su fe católica y se vuelve ateo o un liberal acaba en toldas fascistas.
En realidad, pasa muy poco, porque lo habitual es que conservemos las creencias y concepciones de juventud; pero el punto es otro ¿qué tan útil puede ser dialogar con alguien con quien sabemos es más papista que el papa?, por ejemplo, con un Homofobico de pura sangre.
Nunca va a renunciar a su militancia ni a sus ideales. Nunca un ser que tiene en la cabeza la homofobia dejará de pensar que el homosexualismo es una enfermedad (quisiera equivocarme) y sin embargo el debate dejaría de ser productivo si no se le tuviera en cuenta, por cavernario que sea y nos limitáramos a escuchar a quienes piensan como nosotros.
La existencia del otro, como adversario válido en una discusión, incentiva posibilidades diversas basadas en un principio básico de tolerancia hacia lo que juzgamos erróneo.
No es como en Facebook y demás redes sociales, en los que podemos elegir quiénes son nuestros “amigos”, a quiénes podemos bloquear o silenciar notificaciones, un mundo idílico en el que publican, comparten y postean , gente que queremos y sobre cosas que queremos. Lo incómodo sencillamente se puede eliminar; por fortuna, el mundo funciona de otra forma.
El diálogo real implica respeto. Pienso en el nivel de los debates en estas elecciones que ya veo que están próximas existe un sectarismo, como siempre ha existido, solo que con un grado de bajeza mayor profundizado por los insultos que se empiezan a mover en nuestro Amado Parque Caldas.
Debates rebajados, muchas veces, a la calumnia, el embuste y la suposición. En medio del humo el problema real se pierde y entonces todos se olvidan de lo real que existe en los municipios y nuestro departamento, de la inmoralidad de tal o cual político y así, para hablar del siguiente tema de interés regional, Urge tomar conciencia de este problema, que también es nuestro y castigarlo con el único instrumento útil de verdadera relevancia electoral: el voto. No permitir que gobiernen los que no son tolerantes ni respetuosos con sus contradictores.