Inyección letal para el asesino. Un racista declarado que orquestó uno de los crímenes raciales más grotescos en la historia de Estados Unidos fue ejecutado el miércoles en Texas.
John William King, un supremacista blanco, recibió una inyección letal por asesinar hace casi 21 años a James Byrd Jr., quien fue encadenado a la parte trasera de una camioneta y arrastrado durante casi 5 kilómetros por un camino aislado en los bosques a las afueras de Jasper, Texas.
El joven Byrd, de 49 años, se mantuvo con vida durante al menos 3 kilómetros antes de que su cuerpo se despedazara en las primeras horas del 7 de junio de 1998. El culpable John William King mantuvo los ojos cerrados mientras los testigos llegaban a la cámara de muerte y nunca volteó a ver a los familiares de su víctima, James Byrd Jr.
Cuando el alcalde de la prisión Bill Lewis le preguntó si tenía una última declaración, King respondió: «No».
La fiscalía dijo que Byrd fue agredido por ser negro. William King era abiertamente racista y tenía tatuajes ofensivos, incluyendo el de un hombre negro colgado por el cuello de un árbol, según las autoridades.
King, de 44 años, fue ejecutado en la penitenciaría estatal de Huntsville, Texas. Fue el cuarto recluso en cumplir la pena capital este año en Estados Unidos y el tercero en Texas.
En cuestión de segundos, una dosis letal del sedante pentobarbital comenzó a hacer efecto. Después de algunos cuantos jadeos, dejó de moverse. Fue declarado muerto a las 7:08 de la noche, 12 minutos después de la inyección.
Mientras los testigos salían de la prisión, alrededor de dos decenas de personas celebraron en las calles.
El asesinato de Byrd fue un crimen de odio que puso en los reflectores del país a Jasper, una localidad con cerca de 7.600 habitantes cerca de los límites con Luisiana y que quedó marcada por un estigma racial que ha intentado sacudirse desde entonces. Las autoridades locales aseguran que su reputación es inmerecida.