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¡Salen Caros Regalados !

 

 

La crudeza de la actual contienda electoral, polarizada por las candidaturas extremas de derecha e izquierda, han permitido evidenciar la lucha visceral por el poder. También puso en evidencia que la tal llamada ideología política se perdió.

El debate sobre, si las encuestas presidenciales son o no coherentes con la realidad, se definirá el día de las elecciones. Lo que si nos lleva a analizar es que esas mediciones han obligado a los partidos -e individualmente a sus congresistas- a tomar decisiones, especialmente a buscar la sombra que mejor les cobije.

El ansia de poder, la posibilidad de manejar a su antojo el presupuesto público o el solo hecho de perpetuarse en el mando, así sea en cuerpo ajeno; ha llevado a que la política se vuelva un negocio insensible y que haya perdido la mística. Contados unos pocos casos con los dedos de la mano, los políticos se volvieron comerciantes de bases de datos, que se venden sin ninguna vergüenza.

El caso más emblemático de falta de ideología, de coherencia y de amor por la patria, se puede palpar en el Partido Liberal. Siendo esta la colectividad de mayores pergaminos electorales en la historia del país, hoy está sumida en la falta de dirección, originando la desbandada más abrupta desde que yo tenga conocimiento.

Humberto De La Calle, el candidato presidencial de los ‘cachiporros’, escogido en una costosísima consulta interna, tiene los peores índices de favorabilidad, producto que los congresistas actuales y algunos electos, se vendieron a campañas en donde, seguramente se les garantizarán mermelada y otras prebendas a las que están acostumbrados.

 

Sin demeritar los candidatos, que a mi parecer tienen grandes capacidades políticas (aunque algunos no tienen la sapiencia suficiente para manejar el país) uno no sabe qué pensar al ver a un parlamentario liberal invitando a votar por Iván Duque, que ideológicamente son como el agua y el aceite ¿En dónde queda eso de “paz con justicia social”, pilar principal de la colectividad roja?

Los liberales y Duque (“el que dijo Uribe”) junto con su partido, el Centro Democrático, han estado durante los últimos ocho años en orillas diferentes. El ‘uribismo’ es la antítesis de lo que ha pregonado el liberalismo durante su historia. Entonces, ¿cómo poder entender esa alianza por debajo de la mesa?

Sin duda la respuesta más segura es la prebenda y de eso Uribe -el gran gestor de la candidatura de Duque y gestor de la entonces candidatura de Juan Manuel Santos- sabe moverse como pez en el agua.

Uribe sabe cómo encantar perros, sino que lo digan Teodolindo Avendaño y Yidis Medina, quienes le vendieron su voto en la Cámara para que pudiera reelegirse. Uribe sabe armar mayorías a punta de mermelada, así lo hizo en favor de Santos hace ocho años y así lo aprendió el hoy presidente de la República. Entonces, “lo que se hereda no se hurta”.

Qué Duque sea uno de los preferidos en las encuestas para ganar la presidencia no es sinónimo que sea el “gran varón” que traerá consigo las mágicas soluciones qué tanto requiere el país. Se debe en gran parte al negocio de venta y compra de congresistas, tanto por encima como por debajo de la mesa. Los liberales pescan en río revuelto y saben que Uribe quiere ganar a toda costa y no les interesa anteponer sus ideales por del trozo de pastel que allí se reparte.

Otro caso de comercio de parlamentarios se da en la campaña de Vargas Lleras, donde la consigna es “el que tiene el mazo, con el da”. Para fines didácticos, el mazo es la Fiscalía General de la Nación. Ya muchos han denunciado como desde este ente judicial se aprieta para que alcaldes, gobernadores, dirigentes y todo aquel que pueda tener algún voto y que esté vinculado a algún proceso penal apoyen al exvicepresidente, so pena de una orden de captura.

Y bajo esa estrategia, que no deja de ser repugnante, o la de “participación” en el gobierno (burocracia) han llegado otro buen número de líderes liberales, quienes inicialmente se sentaron con Uribe y luego fueron llamados al orden.

Casos como el del alcalde de Barrancabermeja -que muchos cometan en la provincia- quien salió bien librado de su proceso por torpedear las elecciones de revocatoria en su contra (gracias a la débil acusación de la Fiscalía) o el caso del exgobernador Hugo Aguilar,el exgobernador y actual senador Caucano Temistocles Ortega  a quien le dieron una muestra de lo que son capaces cuando no se someten; ya son “normal” alrededor de estas elecciones.

Ya se sabe, por ejemplo, que hay varios gobernadores que también lo tienen “agarrados de las guevas”, como se dice popularmente. Se supo que no solo debe poner votos, también plata para coordinar la logística del candidato en la región. Estas son versiones que han salido directamente de las oficinas del muchos palacios departamentales. Entonces, ¿cuál democracia cuando a punta de rejo obligan a votar por Vargas Lleras? Esa es la orden que allá se dio.

De nada le sirvió al liberalismo ser la principal fuerza electoral de Colombia tras los resultados de las justas parlamentarias, cuando sus líderes (congresistas y burocracia) toman el camino que más le conviene a su bolsillo, dejando tirado a De la Calle, que en su última visita al departamento solo lo acompañaron dos congresistas recién electos y el candidato sintió en carne propia la desolación y el abandono.

Lo interesante será ver a esos mismos dirigentes ‘rojos’ que hoy se vendieron al mejor postor, en la lucha fratricida por los avales para las elecciones de 2019. Seguramente se declararán más liberales que Gaitán, se les olvidará que traicionaron los valores, el pensamiento y la lucha social por uno o dos puestos. Bien lo decía el desaparecido Jaime Garzón, “se voltean más que una hoja de plátano”. Entonces, no hay duda que estos congresistas regalados salen caros.

 

Por: Juvenal Bolívar / periodista y analista político

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