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“Seguridad” es una Palabra tan Extensa como Compleja.

El tema por la ola de inseguridad que actualmente estamos enfrentando en el país, por más trillado que parezca, continúa vertiginosamente en aumento y se observa el temor en las calles y medios de comunicación, así como en las redes sociales.
El tema de la inseguridad parece complicarse a diario ante la sensación de impotencia, a pesar de los esfuerzos y reacción de la policía en los operativos de control y prevención.
Nuevamente, cada día, minuto a minuto, reportan atracos colectivos en establecimientos comerciales, sumado a los continuos asaltos callejeros y fleteos, reduciendo a las víctimas en una forma descarada.
Pero quien puede defendernos ¿si la delincuencia organizada y desorganizada porta ilegalmente armas sin esfuerzo? El incivilizado ejercicio de la paloterapia, se ha convertido en una reacción inmediata como mecanismo de defensa civil que actúa bajo la misma rudeza usada por los delincuentes para someter a sus víctimas. Es claro, que esta columna no intenta promover la violencia.
¿Pero quién podría describir la sensación de estar frente a dos monstruos con un cuchillo apuntando al rostro de una jovencita o un hijo para robar su celular, su computadora y su vida al oponerse?
Aunque las cifras de hacinamiento en centros de reclusión, estaciones de policía y URI se mantienen en aumento, el miedo a denunciar por parte de las víctimas favorece a los victimarios e inmediatamente la efectiva reacción de la policía pierde su efecto y esfuerzo, porque la misma ley concede libertad a estos individuos.
¿Pero que más se están robando estos grupos? Nada más y menos que la tranquilidad del país y nuestra Ciudad Blanca, pues Popayán era menos insegura y ahora, contrario a eso se volvió una ciudad violenta y tristemente peligrosa.
Perder la confianza en las instituciones del estado que protegen la integridad, vida, honra y bienes de los colombianos, genera más inestabilidad en el país, pero es tan claro como cierto, que la seguridad no depende solo de los uniformados que salen a las calles, porque también intervienen otros factores y otros personajes que están sentados tras los escritorios redactando leyes y proyectos en materia de seguridad; y la verdad, “seguridad” es una palabra tan extensa como compleja.
Los colombianos, por nada del mundo podemos perder la esperanza y hay que recuperar la credibilidad y confianza de las instituciones que velan por la seguridad, porque simplemente este es un problema de todos y es necesario tomar conciencia, justo ahora que la política está abordando las campañas y por eso hay que observar detenidamente sus propuestas.
Y la seguridad del país no está solo en manos de la policía, pues la mayoría de las instituciones también han sido víctimas en este encuentro con la violencia.
La seguridad hay que proponerla y debatirla en un marco estratégico integral, que incluya una reactivación laboral, económica y una protección social sólida.
Para mitigar la inseguridad y violencia de las calles, se requiere de los electores y los elegidos y así, partir de ese principio donde todos haremos nuestro aporte.