Un choque eléctrico afectó considerablemente mi computador y por el impacto con los amperios quedaron inexplicables “averías” técnicas. Vale la pena recordar la ruidosa humareda que brotó de la vieja CPU al adoptar a mi USB llena de basura, recuerdos, cartas por enviar y mi carpeta de candidatos donde las fotos cambian el día de hoy tan solo por las arrugas, música que muchos olvidaron donde hoy vuelven a zonar las mismas promesas .
Inmediatamente, acudí a un técnico para evaluar la tragedia y su diagnóstico me dio total tranquilidad. ¡El aparato está óptimo!, asintió el hombre con un gesto de victoria tras la exploración realizada antes y después del drama. ¡Todo ok!
Salí ileso de la explosión seguro de que mi computadora funcionaba a la perfección e inserté nuevamente la USB, aunque sentía que algo extraño fallaba porque al abrir cada una de las fotos inmediatamente escuchaba una música de fondo según la fecha de la captura y me asusté, sobre todo, cuando abrí las fotos de mi niñez y la computadora seleccionó las famosas rondas infantiles del final de la década del sesenta. “Los pollitos, la vaca lechera y los tres elefantes”, sin dejar en alto esas carpetas que decía campañas políticas donde al abrir estaban allí los mismos bandidos de siempre dirían de esa forma los Corrillos del Parque Caldas , aquellos que prometen y siguen en lo mismo , jugando la necesidad de un pueblo.
Mi curiosidad despertó, y como loco continué abriendo archivos de diferentes épocas y sucedía lo mismo. ¡Por Dios! Pensé, entre mi computador y yo, uno de los dos enloqueció. Para confirmar el extraño suceso y salir de las dudas, abrí fotos de mis abuelos y sucedió lo mismo… Escuchaba música colombiana de tiples y voces. El pasillo esperanza, Pueblito viejo y otras más. El Cuarteto y amigos que llevaban sus chirimías retumbó en las fotos navideñas, así como La piragua, Los cien años de macondo y una docena de villancicos. Fue increíble, diferente y hasta agradable la sensación.
Sucede con frecuencia que las canciones nos transportan a imágenes y otros tiempos de los recuerdos, pero la actitud de mi equipo demostraba lo contrario, también esas fiestas de campaña donde se festejaba el inicio o ese final donde se celbaraba el triunfo pero para estos politiqeros porque después de allí , ni el teléfono y mucho menos esos mensajes al beeper los devolvía sus asistentes. La música sonaba de acuerdo a las imágenes y por supuesto qué esto acarreaba sensaciones y sentimientos ambivalentes sin control. Encontré una foto de mi cumpleaños e inmediatamente escuché la canción “feliz cumpleaños amiguitos”, y me invadió la nostalgia.
Esto me complicaba la vida después de que el técnico había descartado fallas de software y Harvard. ¿Entonces? ¿Cuándo nuestros equipos enloquecen los llevamos al tecnopsiquiatra o al psicotécnico? ¡A mi vida llegó esa duda!
A las once de la noche regresó espantado e incrédulo el técnico del computador por la garantía. Del otro lado de mi celular se escuchaba la voz dormida de mi psiquiatra quien quedó más despistado que yo…
Definitivamente había perdido el control de la situación, y lo más triste de todo es que ninguno de los tres teníamos solución. Entonces, fue necesario despertar al viejo fotógrafo familiar, quien desafortunadamente perdió su memoria, aunque la mía estaba a reventar de trabajo en las entrañas del computador.
El viejo fotógrafo en medio de su escasa memoria, aunque sabio, sugirió abrir mi viejo foto álbum y esto se complicó. Repasé la foto de mi cumpleaños y mi boca saboreó la vainilla de mi torta hecha siempre por mi madre. Hice lo mismo con las fotos navideñas y sentí el olor a pólvora y tamales recordando esa infladas de Globos en el portón de la casa donde no podía faltar los vecinos de la época que hoy uno de ellos es hasta candidato presidencial, Juan Manuel Galán. Sucedía lo mismo con las fotos del campo que olían a potrero mientras las fotos de mi escuela a caja de colores. Las fotos de mis amores producían el sabor del chicle, pero lo más emocionante, sucedió cuando miramos las fotos de mi madre y el ambiente fue invadido con aroma de rosas, suficiente para olvidar la divertida y dramática tragedia de la memoria USB, que reseteó la mía para revivir mis recuerdos, lo único claro es que debemos empezar a mover nuestro disco duro y esas redes sociales donde aparecemos con aquellos que hoy nuevamente piden el favor que votemos por ellos , recuerden que muchos de ellos se olvidaron que ustedes y nosotros existimos , tan solo fue una burla para que ellos siguieran saboreando el poder en todo su existir.
Dios nos te bendiga , nos bendiga y me bendiga para no seguir votando por aquellos que dicen que serán lo mejor y que hasta bíblicos en estos días se vuelven con tal de tener la curul .