Hasta el cementerio central del municipio de Málaga, Santander, llegó una madre acompañada de un grupo de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, UBPD, luego de saber que allí podría encontrar al hijo que le arrebataron hace más de dos décadas.
Un jovencito de tan solo 16 años, residente del municipio de la región del Sarare, en el departamento de Arauca, vivió la crudeza de la violencia y en contra de su voluntad fue enlistado en las filas de un grupo guerrillero armado.
Desde entonces su familia vivió los peores momentos de angustia e incertidumbre. Para esa época corría el mes de abril de 1999.
Tres meses después el adolescente, según la UBPD, pudo regresar a su casa, pero por presiones y amenazas a su familia debió volver al campamento y perder todo contacto con sus seres queridos.
Aquellos sentimientos se convirtieron en dolor y llanto cuando en diciembre del mismo año al recibieron una devastadora noticia, en medio de un combate fue dado de baja.
En medio de la tristeza, la madre de este adolescente fue informada que el cuerpo había sido dispuesto en un lugar específico del cementerio como una persona no identificada.
Sin embargo, la familia, víctima de hostigamientos, nunca pudo acercarse al camposanto y se vio obligada a esperar 22 años para llegar al cementerio en compañía de la Unidad de Búsqueda.
Así fue como en las últimas horas, en el cementerio de la capital de la provincia de García Rovira, en desarrollo del Plan Regional de Búsqueda del Sarare, el cuerpo fue hallado (en una fosa común) y recuperado.
La directora de la Unidad de Búsqueda, Luz Marina Monzón Cifuentes, destacó que este proceso de recuperación fue posible gracias al trabajo articulado que viene desarrollando la UBPD con organizaciones de la sociedad civil en esta región del país.
“En febrero del 2020 las mujeres de la organización ASOFAVIDA nos entregaron un informe con relatos e investigaciones de la manera cómo habían vivido la desaparición en los departamentos de Arauca y Boyacá. El aporte de esta información nos permitió comenzar un proceso de contrastación de información que ha permitido la recuperación de este cuerpo y la participación de los familiares como un esfuerzo por contribuir a la satisfacción del derecho a la verdad sobre la suerte y paradero de las personas desaparecidas del conflicto armado, y a la reparación de las personas que les buscan”, añadió la directora de la Unidad de Búsqueda.
Los familiares del menor, quien es el segundo de cuatro hermanos, es recordado por su pasión por jugar fútbol con sus amigos de escuela, pasear en bicicleta, ayudar a su madre con los gastos del hogar, ya que trabajaba lustrando zapatos después de salir del colegio. “Para su edad era muy maduro y centrado. Hasta lo molestaba porque se vestía muy serio para su edad”, relata su hermana.
“Sinceramente le doy gracias a Dios y a la entidad por ese cariño y ese amor de familia que se ha creado. Ha sido un momento que hemos esperado durante 22 largos años, pero el día de hoy esa siembra que realizamos con tanto dolor está dando sus frutos. Es un sueño cumplido hecho realidad. Es una luz para aquellas madres, hijas y esposas que siguen en la búsqueda”, resaltó la hermana de la persona desaparecida, quien acompañó la acción humanitaria.
Los restos fueron trasladados hacia el Instituto de Medicina Legal, dónde los forenses serán los encargados de determinar la identidad de esta persona.
Dato
El Plan Regional de Búsqueda del Sarare, que pretende la localización de 1.079 personas desaparecidas, cobija los municipios de Saravena, Fortul, Arauquita y el distrito El Progreso de Tame, en el departamento de Arauca; los corregimientos de Samoré y Gibraltar del municipio de Toledo en Norte de Santander, y el municipio de Cubará en Boyacá, siendo los años de 1985 y 1986 los de mayor reporte de personas dadas por desaparecidas.
Foto: UBPD.