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Y pensar que ante DIOS el dinero no vale nada, ¿entonces por qué ese apego al dinero?

Ahora, en tiempos de cuarentena es que debemos que reflexionar pues todo en esta vida es prestado; nuestros bienes materiales, nuestros hijos, los amigos… el dinero tan sólo es un papel que nos puede ayudar a vivir con comodidad, pero no es la esencia de la felicidad y si tenemos ya que partir del mundo terrenal no nos sirve de nada.
Meditemos en qué huellas vamos a dejar en la vida, en el corazón de los demás, porque no es por el dinero que nos van a recordar siempre, sino por lo que hayamos sembrado en cada quien. Creo que lo principal es en todo el bien que podamos hacer aquí en la tierra; es necesario que dejemos un rastro positivo y duradero, debemos dejar una buena impresión porque sin duda contagiamos con la buena energía al que tenemos cerca.
Con un detalle o un abrazo podemos transformar la vida de un hermano, un ser querido u otra persona. No se necesita el dinero o tener un título profesional, sólo es una gota de bondad, para dejar una huella profunda.
Estos son buenos tiempos para reflexionar ¿por qué en su momento no ayudé a un hermano que no tenía la salud para trabajar? Hay que dejar una huella grabada en cada corazón, en cada familia y lo mejor aún, como buena obra ante los ojos de Dios.
Cuando Dios, a cada quien llame a su presencia a rendir cuentas, en este mundo terrenal tendrán que dejar el oro para que los demás lleguen a disfrutar. Y pensar que ante DIOS el dinero no vale nada, ¿entonces por qué ese apego al dinero?
Si tenemos las arcas llenas, pues, ayudemos a los demás, la vida es tan sólo un momento y cuando Dios nos llame, no importarán los títulos, ni coronas, ni apellidos, sino las obras. Que bonito sería decir que pude ayudar a mi hermano en su necesidad y no tener en la conciencia el peso que no lo hice, por egoísmo y ambición, porque al final de cuentas no vamos a ser eternos.
Hoy en día quedan atrás las arrogancias porque en esta crisis mundial tenemos que pensar que, desde el empresario más próspero hasta el más humilde vendedor, pueden contraer el virus que nos afecta y quizás…morir.
No hay que esperar la muerte para que hablen bien del muerto como suele suceder, si en vida podemos servir, ayudar a los demás y lo hicimos, es mucho más genuino el sentimiento en ellos a que, si no lo hicimos porque atados a la ambicion, no le tendimos la mano al hermano… en ese instante olvidamos a Dios, recuerda que no vamos a ser eternos. ¡Acumulemos tesoros en el cielo!
IMAGEN TOMADA DE INTERNET